3. Vitrina

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—Te ves precioso —chilló Gwen, viéndole por todos lados, observándole con mucho detalle y sintiendo una pizca de celos por el hecho de que Peter vistiera como si se fuese a casar con el hombre más rico del mundo—. El traje te queda espectacular, cariño. Pareces sacado de un sueño.

Sin embargo, ella estaba feliz. 

—¿En serio?

—Dios, no seas modesto. ¡Mírate! 

Era cierto, se dijo Peter, se veía guapísimo. El traje le ajustaba en los lados perfectos, resaltando esos atributos que decían era atractivos en un hombre.

Estaba usando el traje más caro que Pepper pudo conseguirle. 

—Échate un poco de esto, cielo —le dijo Gwen, sacándole de su mente—. Un poco de perfume te hará resaltar. 

El perfume también olía delicioso, demasiado dulce y atrayente. Gwen también se roció un poco, bastante, y dejó el frasco a un lado para pararse junto a Peter frente al espejo: ella vestía un precioso vestido negro de encaje floreado, además de lucir un peinado precioso y unos tacones que le daban altura y estilizaban sus piernas, volviéndolas finas y largas.

—Nos vemos de pasarela —dijo ella, enredando su brazo con el de Peter—. ¿A qué hora pasaran por ti?

Peter vio la hora en su teléfono.

Pasaban las siete y cuarenta.

—Dentro de poco —le dijo—. ¿A ti?

—Oh, no, yo tengo que pedir un Uber. No pasará nadie por mi —dijo. 

—Entonces me voy —murmuró y sonrió, nervioso al mil. Besó a Gwen antes de salir y caminar unas cuantas cuadras para llegar al punto donde había quedado, un solitario parque con pinta de ser tranquilo. 

No había mucha gente al rededor y algunos faroles no funcionaban. Peter temía mucho que su zona influyera en las citas o lo que sea, tal vez considerándolo alguien demasiado bajo como para salir con Tony Stark, quien sea que fuese. 

Miró su teléfono una vez más, e hizo cálculos mentales de cuánto le saldría el Uber si es que Tony no lo mandaba a casa. Roseta Rose era demasiado lejos como para considerar diez billetes, y eso que para él diez billetes era una fortuna.

Divagó un rato más, ansioso, sabiendo de sobra que no podía arrepentirse porque ya le habían comprado demasiadas cosas para solo una simple cita.

Observó las calles, y cuando la hora marcó las ocho con cinco, el auto de Happy (a quien conocía poco por los detalles que Pepper le había contado) apareció. Este se estacionó, bajó y le abrió la puerta a Peter diciendo alguna cosa sobre viaje, Tony y llegar a la hora.

Cinco minutos después, le escribió a Gwen.

Llegaré tarde a casa.

Vi en internet que la obra es dentro de poco, así que iremos a comer luego de ver el musical. Dura una hora y media, ¿puedes creerlo? Considero que es muy poco tiempo para una obra, ¡pero qué se yo de musicales! Mas o menos estaríamos en el Roseta Rose a eso de las diez de la noche. A LAS DIEZ DE LA NOCHE. Me alegra haber comido un poco antes de salir.

Gwen se tomó su tiempo en contestar, y cuando Peter ya estaba cerca de que Happy se estacionara, esta le envió un mensaje diciéndole que se divierta mucho, que sea amable, permisivo pero no tanto, que supiera sus límites y que comiera mucha comida deliciosa.

Happy le abrió nuevamente la puerta, diciéndole que Tony estaba cerca y que estaría apareciéndose dentro de poco.

El sitio sin duda era carísimo, solo para gente de alto rango social. Fuera del teatro había un cuarto enorme donde la gente se arremolinaba y hablaba como si fuesen reyes, vistiendo prendas mucho más caras de las que él vestía.

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