GeonHak es el Alfa más raro que haya pisado la tierra, él no soporta el abuso que los de su especie hacen de los Omega, no cree en las almas gemelas y reniega de ser uno. Daría todo por ser un Omega, pero no tiene esa suerte.
Mientras atiende su caf...
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— Perdoname que te ponga en esta situación, no sabía a quién recurrir.
— No pasa nada, no me molesta ayudar... Ehm... No sé cómo podría acomodarte pero vamos a encontrar la forma —dije yo, pensando en voz alta. En mi casa solo tenía una cama y el sillón.
— Gracias.
El chico estaba un poco tembloroso y seguía arrastrando la manga del buzo por su nariz, aunque ya no sangraba. Yo subí a mi coche y él me siguió.
— ¿Qué pasó?, si se puede saber.
— Hm, las cosas están complicadas en casa. Normalmente me escapo en luna llena, pero tuve que adelantarme.
— Hm, qué misterioso. ¿Te golpearon en tu casa? —indagué, no parecía querer contar demasiado, pero si era así, era bastante peligroso.
— No, no, no fue para tanto. El golpe... Hm... Creo que me lo gané solo.
— Ok, entiendo, no vas a contarme.
— Le quise demostrar a unos imbéciles que sí soy Alfa, pero al parecer mi —, se detuvo y yo miré de reojo, ¿qué más ocultaba?—, no sé, no lo logré.
— Ya veo, sos como mi piedra, te llenás con la luna y parecés más Omega, pero cuando te descargás sos un Alfa.
— Si alguien se entera te voy a sacar los ojos con un tenedor.
— Tranquilo Lunita, no tengo a quién contarle, no te preocupes.
Él murmuró algo entre dientes y luego nos quedamos en silencio hasta llegar a mi casa. No podía dejar de pensar en lo extraño que era ese chico y su capacidad para replicar las fases lunares, en realidad era fantástico. Pero eso significaba que en un par de noches se convertiría en el Omega brillante que yo había conocido casi un mes atrás, en el monte, y eso era sumamente peligroso, sobre todo teniéndolo en mi casa.
— ¿Qué se supone que sos ahora? —pregunté más tarde, una vez que estuvimos cenando en casa. Él se había ofrecido a pedir algo para su cena, pero yo imaginaba que alguien que huye de su casa no podía tener recursos de sobra.
— Demasiado débil para ser Alfa, no tan sensible como para ser Omega... Soy como un Alfa con supresores, supongo.
— Hm, balance perfecto —admití con una sonrisa, era la clase de alfa que yo intentaba ser, y con los que podía relacionarme bien—. ¿En tu casa no lo saben?, ¿por eso te vas?
— Solo lo sabe mi hermano —respondió vagamente.
— ¿No puede ayudarte?
— Él es Omega —respondió después de un silencio largo mientras comía una cucharada enorme de arroz.
— Ou, ya veo, ¿y tus...?
— No tengo "padres", mi papá es adoptivo. Nos adoptó cuando teníamos 15, supuestamente somos un Alfa y un Omega.
