ₛᵤₙ ᵦᵤₜₜₑᵣ𝒻ₗᵧ ┃ Pelear por alguien más es valiente.
〔✵太陽の蝶〕─➤ ¿Pero pelear por los humanos?.
¿Despues de todo podría hacerlo?
Proteger a aquellos que no pueden, los débiles.
Eso fue para lo que ella nació, eso fue lo que le dijo. Para proteger...
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El camino fue silencioso, al menos por parte de las Tsugikuni. Yoriiko realmente no tenía ni quería decir nada. De por sí ya era extraño que unos dioses quisieran "simplemente" acompañarlas.
Las únicas conversaciones que se escuchaba eren de los dioses que no paraban de hablar.
Ella solo quería un poco de silencio, después de el día tan malo que tuvo no quería nada más. Quería despejar su mente esos dos hombres rubios que llegaban a sus pensamientos sin avisar. Como si hubieran el control en ella.
Y eso no le gustaba.
No queria seguir pensando en todo lo que pasó. Pero era inevitable... Los recuerdos eran tan fáciles de crear pero tan difíciles de olvidar.
Especialmente para alguien como ella.
Apretó el pequeño cuerpo de su hija contra su cuerpo intento sentir consuelo en la calidez que emanaba su pequeña, lo sintió pero extrañamente se fue.
Respiro y retuvo un poco de aire, conocía este sentimiento.
Lo experimentó hace mucho tiempo, durante años.
Unos años dolorosos.
Que no quería volver a repetir.
─Las manzanas son masivamente más ricas que otras frutas. ─afirma confiada la única diosa.
─Claro que no, las fresas lo son. ─se distinguió la voz de Nanji.
─Para nada, ¡las uvas son las mejores!. ─dice Ebisu con la voz alta demostrando que se equivocaban.
«¿𝑫𝒆 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅 𝒆𝒔𝒕𝒂́𝒏 𝒑𝒆𝒍𝒆𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒖𝒂𝒍 𝒇𝒓𝒖𝒕𝒂 𝒆𝒔 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓?» Yoriiko hizo una pequeña mueca irritada por los dioses.
Hace un momento estaban conversando normal sobre lo que sea que conversaban, realmente no se esforzó en prestarles atención. Estaba cansada.
Y enojada.
Ninguno de los dioses excepto uno noto las expresiones de la humana. El líder los dioses de la fortuna, el la miraba con atención. Analizaba cada movimiento que hacia la humana. El no conversaba con los demás, solo escuchaba.
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Yoriiko al ver la puerta de su "hogar", miro de reojo a los dioses. Esperaba que se fueran, pero no fue así.
