Prologo

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La suave brisa de la mañana golpeaba las praderas del basto campo alrededor, el sol tan reluciente como siempre.

Un bello día era mostrado para algunos en un pequeño pueblo del campo. Personas caminando tranquilamente en los senderos; señores de edad avanzada descansando en la hermosa mañana, adultos caminando y charlando alegremente y niños correteando de un lado a otro con una gran sonrisa.

¡HAAA!

-¿Qué pasa hijo? ¿es todo lo que tienes?-

En un lugar apartado del pueblo se encontraba un señor de edad avanzada el cual mostraba una sonrisa de burla.

-¡No! ¡Yo aún puedo seguir!-

Por el otro lado, un niño que no mostraba más de 6 años de edad estaba intentando darle un golpe a su abuelo el cual veía los constantes intentos fallidos del niño al intentar golpearlo repetidamente.

-Recuerda lo que te dije, debes estar relajado, no te pongas ansioso-

El niño paró sus constantes intentos de golpearlo y empezó a respirar pesadamente por el esfuerzo que hacía. Se encontraba completamente sucio y un poco herido. El hombre notó esto y dio un suspiro para luego volver a sonreír.

-Bien descansemos un poco-

Al decir esto vio como el niño se tiraba en el pasto jadeando del cansancio, esto solo provocó una risa en el señor mayor y este procedió a sentarse.

-¿Estás seguro de que lo puedo conseguir abuelo?-

-Más que seguro hijo, se que lo lograrás muy pronto-

-Pero es una técnica que ni tu dominas-

-Yo no, porque no está en mi naturaleza-

-¿Tu... naturaleza?-

Volteó un poco su cabeza para ver a su abuelo el cual le devolvió la mirada notándolo confundido por lo dicho para diversión de este mismo.

-Cada cosa, cada ser vivo de este mundo tiene una naturaleza única que lo caracteriza y cada uno tiene su forma de evolucionar tomando caminos completamente distintos-

El muchacho solo miraba y escuchaba atentamente las palabras del que llamaba su abuelo.

-A mi me intentaron guiar por este camino, pero después descubrí que no era para mí, asique decidí construir mi propio camino. Nadie sigue el mismo sendero que nadie, somos nosotros quienes construimos ese espacio que nos hace tan especiales a nuestro modo-

-Pero... ¿cómo sabes que este es el camino que yo debo de seguir?-

-Porque tu eres único Bell, tu eres más especial que cualquiera-

El ya conocido como Bell levantó la mirada confundido, observando al adulto delante de él.

El anciano tenía los ojos cerrados con una gran serenidad y una sonrisa tan relajante que para Bell mostraba una gran figura de sabiduría. Pasaron unos segundos antes de que Bell pudiera observar como una aura empezaba a surgir del cuerpo de su abuelo, una extraña pero a la vez relajante aura expulsaba el viejo.

Unos cuantos mechones del cabello del anciano se alzaron a la vez que se erizaban un poco tomaba un tono un poco más brilloso, sus músculos se definieron un poco más y el aura tomaba un color cristalino mixto entre azul celeste y morado, seguido de esto unas pequeñas partículas blancas eran mostradas al rededor de esta.

Bell el mortal que desafía a los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora