Estuvimos caminando en silencio un buen rato, me di cuenta que el sudor poco a poco se iba desvaneciendo de su cabello. Tenía los hombros grandes y sus brazos se miraban más marcados de lo que recordaba esta mañana.
- ¿Cómo te sientes? - Me preguntó entonces reaccioné que probablemente llevaba un rato mirándolo fijamente.
- Oh, estoy bien. Casi no duele.- Respondí aún con las toallas enredadas en mis muñecas. - Aún no logro entender que sucedió, no pienses que es mi primera vez entrenando.
Changbin sonrió por un segundo. - No pensé en eso, pero tal vez estabas muy cansada. Tu cuerpo estaba pidiendo un descanso.
- Tienes razón, desperté temprano y dormí muy tarde para terminar el proyecto de esta mañana, estaba desesperada.
- ¿Era muy difícil? Siempre has sido buena para entregar los proyectos, estoy seguro que no debió ser problema alguno para ti.- La seguridad con la que Changbin hablaba me transmitía confianza, algo que no había sentido desde hace tiempo.
- Gracias, aunque solo termino las tareas para cumplir con la responsabilidad, no disfruto ir al salón de clases.
- ¿Y qué es lo que disfrutas? - dijo mientras sonreía al llegar a la entrada de mi casa.
- Me gusta aprender, diseño, modelado, todo tipo de programas creativos. Pero sentarme en el salón a escuchar lo mismo no es lo mío.
Changbin me miraba con una cálida sonrisa y solo asentía.
- Debería entrar a casa, gracias por las toallas.- Comencé a quitarlas de mis muñecas cuando aproximó su mano a la mía.
- No me las devuelvas, son tuyas. Enfríalas durante la noche y mañana déjalas reposar una vez más. Te ayudará. - Voltee a verlo e inmediatamente quitó su mano de la mía. - Recupérate, te veo mañana en clase. - Extendió mi mochila que aún llevaba en su hombro.
- Gracias Changbin. - Dije mientras la tomaba y me dirigí a casa, no sin antes de abrir la puerta voltear a despedirme con la mano una vez más.
Bajo la luz de la luna Changbin me dedicaba una sonrisa mientras esperaba a que entrara a mi hogar.