Epílogo

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Tachihara

-No tenías por qué hacerlo, Mark.

-Quería hacerlo. ¿No es eso suficiente?

-¡Por favor, Mark! Como si no supiera que me estás siguiendo para intentar detenerme. Si tanto deseas que me quede, llama a la policía para que me detenga. - eran las seis de la mañana. Dentro de poco empezaría a amanecer. Hacía más de media hora que había salido de la piscina, después de tener una sesión de sexo con Mark. Habían sido tres veces exhaustivas, con un periodo de descanso de tres cuartos de hora para recuperar el aliento. Cada vez que terminábamos una vez, yo intentaba escapar, pero Mark siempre acababa liándome y nos poníamos a hablar de cualquier cosa, sobretodo del pasado. Mark intentaba ignorar las últimas tres semanas desde que yo me corté las venas, intentaba no hablar del tema, no preguntar, como si no le interesara lo más mínimo. Aunque sabía que estaba muerto de curiosidad.

Hablábamos entre jadeos y suspiros, besándonos y acariciándonos en la orilla de la piscina. Esperaba sinceramente que no hubieran cámaras de vigilancia conectadas, porque desde luego, fueran quienes fueran los que controlaban las grabaciones, tendrían un bonita sorpresa.

Cuando por fin, a la segunda vez, pensé que me podría escapar de Derek, me atrapó en los vestuarios, intentando vestirme para irme, después de darme una ducha de agua congelada. Me agarró en la ducha y por suerte o por desgracia, no pude escapar de él hasta… el final. He de reconocer que fue fantástico sentirme deseado de nuevo, aunque no fuera por Ryunosuke. Después de los serios trastornos alimenticios que habían aparecido en mí tras el intento de suicidio, mi autoestima había caído en picado, más baja aún de lo que ya estaba. Había sido medio bulímico, medio anoréxico o una mezcla extraña de las dos. No comía nada durante el día y por la noche, me levantaba a las tantas, atracaba el frigorífico, comiendo cualquier cosa con el ansia propia de los cerdos y, media hora más tarde, después del banquete, lo vomitaba todo, sin necesidad de provocarme el vomito. Era como si mi cuerpo lo rechazara de forma natural. Como si rechazara la vida. Seguía ocurriendo y, sabía que era un problema que debería superar solo, como tantos otros.

Por eso, había acabado llegando a la parada del autobús más cercana, a las seis de la mañana, seguido de cerca por Mark, cargando con una maleta, una mochila y con mi perro siguiéndome obedientemente por la calle, echándole de vez en cuando miradas de molestia a Mark, cinco metros más allá, gruñéndole cada vez que intentaba acercarse más de la cuenta.

Llegamos a la parada. Yo me detuve y Rashomon se sentó en el suelo a mi lado, alzando el hocico y mirándome con atención. Quizás intentaba adivinar cuales eran mis intenciones.

Mark se detuvo unos metros más allá, observándome en silencio. Apenas se veía de él algo más que una figura oscura entre tanta oscuridad y con ese cuerpo bastante más grande que la última que lo vi, si me lo hubiera encontrado en un callejón oscuro, hubiera echado a correr, seguro.

-El autobús ya va a llegar. ¿No vas a intentar detenerme una vez más? - le pregunté.

-Podría dejarte inmóvil en el suelo si quisiera, hacerte una llave de judo y dejarte inconsciente, cargarte en el hombro y llevarte a casa tan tranquilo y tú, no podrías hacer nada para impedirlo. Pero no voy ha hacerlo.

-¿Ah, no? - su sinceridad me dejaba anonadado. Era tan sincero que a veces, daba miedo hacerle una pregunta por temor a su respuesta. Su frialdad en esos términos era completamente igual a la de Ryunosuke. Me pregunto, ¿Me gustará tanto Mark por eso?

-Eso te haría infeliz, ¿verdad? - preferí no contestar a esa pregunta trampa. Mark no era estúpido, aunque no hubiera mencionado palabra de lo sucedido en las tres última semanas. Suspiró, resignado, como prueba de ello. - Cuando era pequeño, pasaba mucho tiempo solo en casa. Mi padre nunca estaba. Mi madre tampoco es que me prestara mucha atención. Pasaba la mayor parte del tiempo con mi abuela y las dos chicas que limpiaban la casa y hacían la comida. Siempre esperaba impaciente el día de las vacaciones de invierno, cuando los dos volvían a casa y pasábamos juntos la Navidad. Pero en la Navidad del 2000, no pudieron venir y me quedé solo en casa. - observé en silencio el flujo de nostalgia que invadió a Mark al recordar esos días que me parecían tan lejanos. Por supuesto, porque yo no los había vivido. Sentí la importancia de la narración, la importancia de esos recuerdos para Mark y me obligué a escuchar atentamente, sin saber por qué, con el corazón en un puño y los nervios a flor de piel. A esas alturas, ya era imposible negar lo evidente. Mark me gustaba mucho y a consecuencia de ello, me importaba todo lo referente a él. Sino fuera porque estaba tan enamorado de Ryunosuke, no hubiera dudado ni un momento en aceptar su petición. Ser su novio. Mark era impresionante. - Estaba triste, aunque no recuerde bien lo que sentía por entonces. Mi abuela, para que no estuviera llorando en Navidad, para que no estuviera solo nunca más, me compró un pájaro precioso, con todas las plumas repletas de colores.

Mío para abandonar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora