𝐋aito Sakamaki había sido la piedra más grande, inútil y estorbosa con la que se había topado en mucho tiempo, y con la que, para su desgracia, aún estaba lidiando. Matarlo aún no era una realidad alcanzable ni contundente.
Annelise White lo sabía de primera mano, porque no había persona en el mundo con quien Laito quisiera desperdiciar su mísera y demoníaca existencia más que con ella.
Al parecer, el hecho de que ella estuviera más pendiente de su enfermedad que de admirarlo hería su patético y frágil ego. ¿Su mayor colmo? No obtener la dopamina inmediata de ser fetichizado. No ser reducido a un símbolo sexual que ella sabía, no era.
Había mucho más detrás de esos ojos tan profundos, como el filo de una esmeralda rota, y, tan inquietantes como la razon por la que no fue elegida en primer lugar.
La intensidad de areas más oscuras.Laito era en sí mismo, era una metáfora perfecta: una piedra preciosa rechazada por la intensidad de su pigmento.
Annelise, sin embargo, lo encontraba detestable, desagradable, molesto; lo encontraba insípido, victimista y podrido.
Llevaba ocho meses en lo que ella había bautizado como "una mala, suicida y absurda comedia antinatural." Había escapado de casa en un arrebato de frustración, cargando con pura rabia y, aunque nunca lo admitiría, también con miedo. No se preocupaba por un plan de contingencia porque, sinceramente, no lo necesitaba. Arthur había ajustado cada una de sus piezas blancas; reinventado mil y una posibilidades para que todo les saliera bién. Como tenía qué. Tenía un trabajo, ahorros, inteligencia suficiente y carácter para no necesitar a nadie y no querer verlos hasta que se le pasara el coraje.
No había poder humano que hiciera que Annelise se arrepintiera de lo que sabía que no era su culpa.
Solo que, para variar, para gusto y soberbia de algún desgraciado en el que no creía, lo que la tenía atrapada no era humano.
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────────𝐓𝐎𝐒𝐊𝐀: ¹ "ˢᵒⁿˢ ᵒᶠ ᵀʰᵉ ˢᶦⁿ: ᵀʰᵉ ˢᵃᵍᵃ ᵒᶠ ᵗʰᵉ ᶜᵘʳˢᵉᵈ ᴿᵃᵛᵉⁿs"
Фанфикᵉˢᵗᵃᵇᵃ ᵃʰᶦ́ ˢᵒˡᵒ ᵖᵒʳᵠᵘᵉ ˢʰᶦⁿ ˢᵉ ˡᵒ ʰᵃᵇᶦ́ᵃ ᵖᵉᵈᶦᵈᵒ ᵖᵃʳᵃ ᵃⁿᵘˡᵃʳ ᵈᵉ ᵘⁿᵃ ᵛᵉᶻ ʸ ᵖᵃʳᵃ ˢᶦᵉᵐᵖʳᵉ, ᵉˢᵉ ᵉˢᵗᵘ́ᵖᶦᵈᵒ ᵐᵃᵗʳᶦᵐᵒⁿᶦᵒ ʸ ᵖᵒᵈᵉʳ ᵃᶜᵒˢᵗᵃʳˢᵉ ᶜᵒⁿ ᵠᵘᶦᵉⁿ ᵠᵘᶦˢᶦᵉʳᵃ ˢᶦⁿ ᵠᵘᵉ ᵉˢᵉ ᶦᵈᶦᵒᵗᵃ ᵗᵘᵛᶦᵉʳᵃ ˡᵃˢ ᵃᵍᵃˡˡᵃˢ ᵈᵉ ᵈᵉᶜᶦʳˡᵉ ᵃˡᵍᵒ; ᵉˢᵗᵃᵇᵃ ᵃʰᶦ́ ᵖᵃʳᵃ ᵈᵉˢᶜᵘᵇʳᶦʳ ˡᵒˢ ˢᵉᶜʳᵉᵗᵒˢ ᵈᵉ...