°Roier-one Shots° [+18]٭

~°34°~♡

Vecinos.

Estaba tranquila en su cuarto, acostada en la cama, nada podría arruinar ese momento tan calmado y pacífico...
Hasta que unos malditos gemidos empezaron a escucharse por detrás de las paredes.

El golpe de la cabecera del vecino no paraba de sonar, eso provocó colmar su paciencia.

Desde que se mudó a aquel departamento, no paraba de pelear con su vecino.
Era alguien de verdad muy ruidoso, a lo que sabía, él era streamer.
Y pues, en vez de sentirse afortunada de tener a alguien famoso viviendo a lado de ella... Estaba emperrada de la vida por tener que soportarlo.

Gritos, golpes, risas escandalosas, gemidos, más y más golpes con la puta cabecera...
Cada día escuchaba a una mujer diferente, cada día veía a una mujer diferente a la otra entrar a ese departamento...
Parecía que no tenía llenadera.

Cada día se la pasaba peleando con él, parecía que los demás vecinos ya se habían acostumbrado... Pues los veían o pasaban al lado de ellos y no se inmutaban a sus presencias.

Y hoy no era la excepción, salió disparada de su habitación, salió del departamento para después dirigirse al de al lado, tocó con fuerza que los nudillos se le pusieron algo rojos.

Tocaba con fuerza y a la vez también el timbre, llegó a un punto en el que se estaba desesperando aún más.
Escucho pasos acercarse, después, miro la puerta abrirse con fuerza.

El chico iba a hablar, pero la joven lo interrumpió primero...
-¿¡PUEDES DEJAR DE COGER POR AL MENOS 5 MINUTOS!?, ¡ME TIENEN HARTA TÚ Y TU MALDITA ZORRA! - le gritó a la cara, y sin esperar respuesta alguna, se metió a su departamento.

Se tumbó a su sillón después de azotar la puerta de su departamento.
Soltó un gran suspiro pesado, soltando toda la ira que llevaba consumida... Tomó su teléfono y aún con la pantalla negra, se miro en el reflejo, su rostro estaba rojo por el enojo.

Se levantó con algo de flojera, para después dirigirse a su baño.
Entro y se hecho agua helada al rostro... Se volvió a mirar en el reflejo del espejo y por fin había vuelto a su color natural.
Salió y entró a su habitación, logró escuchar algunos gritos... Pero esta vez, de enojo.

Solté una risilla de victoria, por fin se callaría.
Cerré mis ojos por unos momentos, tenía una gran sonrisa en mi rostro.
Un gran azote de puerta me hizo abrir los ojos de golpe, después de eso, el timbre de mi casa empezó a sonar sin parar...
Me levanté sin muchos ánimos, pues ya suponía quien sería.
Abrí la puerta y en efecto, era él...
Y no se veía muy de buenas, pero a decir verdad, yo tampoco lo estaba.

-Ya estarás feliz, supongo. - me dijo, reclamando.

-Si, ya estoy muy feliz. Me alegra ya no escuchar tus estúpidos gemidos, y espero que así siga. - le contesté, con una sonrisa en mi rostro, pero mis cejas demostraban que aún seguía molesta.