Capítulo 7: Sin avisar.

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Eran las cuatro de la tarde, Osvaldo despedía a los pequeños que se iban con sus padres, le gustaba ver las caritas de alegría cuando sus padres llegaban.

Cuando se fueron todos, el omega suspiró, ahora le tocaba ordenar un poco el salón antes de irse. La pequeña Alice estaba en el suelo pintando con unos crayones, balbuceaba algunas cosas, pero no se le entendía nada.

Su tranquilidad fue interrumpida por su celular, era un mensaje de Felix, sonrió con un ligero sonrojo en las mejillas y lo abrió.

"¡Valdo, cierra la puerta de tu salón y no dejes que entre!"

Eso sinceramente no se lo esperó, escuchó unos pasos venir del pasillo y se asustó un poco pensado en quien sería, tenía que ser alguien malo para que Felix le mandará un mensaje de esa manera.

Dos personas se pararon en el umbral de la puerta, uno tenía el cabello castaño y la otra tenía el cabello negro, Osvaldo sintió como su garganta se secó al pasar saliva.

—¿Éste es el salón 3-C, en donde se encuentra Alice Gil?- preguntó amablemente el señor del cabello castaño, la pequeña Alice que estaba dibujando en el suelo, volteó su cabeza en dirección de la persona que dijo su nombre.

—¿Baba?- Alice vio a los adultos, les parecían familiares, pero no del todo, lo mejor era ponerse en un lugar seguro, se levantó y caminó hasta las piernas del omega para esconderse allí.

—Mírala Hugo, es tan tierna y ya camina.- habló la pelinegra con cariño, Alice solo sacó un poco la cabeza de un lado mirándolos, y Osvaldo sonrió algo tenso.

—Disculpen, ¿Me podrían decir quiénes son?- el omega preguntó haciéndose una idea de quiénes eran, se agachó un poco para tomar a la pequeña en sus brazos, Alice solo se agarró de su delantal y miraba curiosa.

—Ah, que maleducados somos, mi nombre es Isabel Gil, y el es Hugo Gil.- Osvaldo sintió como su cuerpo se entumecía, estaba al frente de los papás de su alfa, ahora no sabía ni como actuar, no quería dar una mala impresión.

—E-es un gusto conocerlos, soy Osvaldo Palacios.- ahora estaba completamente nervioso, incluso su voz había temblado un poco, miró a la pequeña Alice quien solo se chupaba su dedito pulgar.

—Así que eres Osvaldo.- la mayor se acercó hasta quedar frente al omega, quien solo tragó saliva nuevamente.— me alegra que mi mocoso haya encontrado a alguien tan bonito como tú.

Osvaldo sintió como su sonrojo cubría su rostro hasta las orejas, sonrió de manera tensa mientras que la mayor le miraba relajada.
Unos pasos apresurados se oyeron venir desde el pasillo. Felix apareció, respiraba un poco agitado y estaba algo sudado, miró a los mayores, pero sobre todo, miró mal a la mujer.

—Vieja bruja, ¿Qué fue lo que te dije?- regañó mientras se acercaba a ellos, la pelinegra solo bufó arrugando el entre cejo igual que su hijo.

—¡Tú a mí no me mandas mocoso, ni siquiera vas a visitarnos ni nada!, Y cuando vengo ¿De que me entero?, Tienes Omega y hasta de una demanda te libraste.- Osvaldo solo los miraba discutir, no se insultaban, en parte, eran moderados y quizás era porque estaba la pequeña al frente de ellos.

Osvaldo miró la sonrisa nerviosa que tenía el hombre cabellos castaños, no era tanto nerviosa, más bien algo agotada, como si estuviera acostumbrado.

—¿Siempre son así?- preguntó por lo bajo mirando al mayor, éste solo le sonrió y asintió levemente.

—Ya eres parte la familia, bienvenido a mi mundo.- le contestó el mayor y Osvaldo solo pudo reírse por lo bajo, madre e hijo eran iguales, no había ninguna duda de eso.

¿Mamá? | El Mariana x ProducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora