CAPITULO 57 Escape From Chernogob

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INICIO DEL CAPITULO 57 "Escape From Chernogob"

Aún recuerdo todo cuando era joven.

Aún recuerdo cuando era un niño en las calles de Shiraziberg, simplemente viviendo una vida normal en un departamento en una familia normal en Ursus solo concentrándome en estudiar, vivir, hacer estupideces, cosas de adolescentes viviendo con mis padres y mi hermana menor.

Cada vez que caminaba a la escuela veía en algunos callejones a los que serían los enemigos del estado, los infectados.

Recuerdo como los ignoraba, cada vez que estaba demasiado cerca de unos (al alcance visual... mínimo) mi madre inmediatamente me alejaba advirtiéndome sobre los peligros de estar cerca de los infectados, de cómo ellos expulsan partículas de originium al aire que infectan a las personas a su alrededor y si quería estar sano debería alejarme de ellos lo más posible.

Yo y mi hermana jamás lo cuestionaron, confiábamos la palabra de nuestros padres, ellos son nuestros padres, es obvio que quieren lo mejor que nosotros por eso cada vez que veíamos a un infectado en las calles o en los callejones nos alejábamos.

Incluso si mis padres no me dijeran que me alejara de los infectados, la televisión, la radio, incluso los carteles en la calle te recordaran los peligros de los infectados y los peligros de usar originium sin precaución. Por lo que simplemente vivía mi vida ignorando la existencia de esas personas mientras vivía mi vida.

Todo hasta el accidente, el accidente que no solo destruyo mi vida, sino que la de mi hermana.

Un simple accidente, un infectado en un callejón murió mientras durmió y su cuerpo se convirtió en cristales microscópicos de originium que se elevaron en el aire contaminando la mitad del aire del apartamento que vivía cuando mi hermana y yo dormíamos mientras nuestros padres estaban trabajando hasta tarde. Cuando despertamos lo primero que vimos fueron a los policías de la ciudad con equipo contra riesgo biológico y los padres mirándonos aterrorizados.

Lo que siguió el día después lo recuerdo cada noche de mi vida hasta el día de hoy.

Recuerdo cuando me agarraron tanto a mi como a mi hermana como si fuéramos sacos de papas y nos arrojaron a unos vehículos como si fueran criminales, aún recuerdo cómo les grité a mis padres por ayuda solo para que ellos no me respondieran actuando como si simplemente hubiéramos muerto, la mirada de dolor y miedo que todos los que alguna vez conocí me miraban como un monstruo.

No importaba cuanto gritara.

No importara cuanto buscara ayuda.

Para el mundo mi hermana y yo estábamos muertos.

Dijeron que nos enviarían a un campo de aislamiento para nuestra propia seguridad, pero simplemente nos arrojaron a unas minas heladas al norte del país para morir trabajando, recuerdo las semanas que levantaba rocas con cristales hasta que mis brazos dolían, recuerdos las habitaciones donde veinte tipos dormían en el piso helado de madera. Recuerdo cada vez que golpearon a mí y a mi hermana por no lograr la cantidad de cristales extraídos cada día.

Recuerdo como los guardias nos trataban como nada más que monstruos, solo nos golpeaban y nos gritaban cuando no hacíamos lo que queríamos, nada más nada menos.

Y sobre todo recuerdo como mi hermana murió, simplemente siendo aplastadas porque el techo de la mina cayó sobre ella y otras veinte personas matándolas instantemente, recuerdo correr a los restos para intentar rescatarla del mar interminable de piedras solo para que otro infectado que trabajaba con nosotros simplemente me alejo a los restos mientras me decía que no había nada que hacer.

OPERACION: ARKNIGHTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora