Day 1: Date

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Ship: Sonine.
Idea principal: Campo de flores.

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Bajo el cielo gris y desolado del escenario, el erizo de tonalidades azuladas y el vulpino de pelaje mostaza suave con destellos blanquecinos se hallaron a sí mismos en una segunda cita. El cobalto había destinado su velada en un campo de flores moradas, la cual como una sinfonía de color en medio de la tristeza hexagonal, se extendía como una pintura surrealista. La paleta de lilas y lavandas desafiaba la realidad monótona del lugar, creando un paisaje efímero de esperanza.

Los mechones y púas del oji verde danzaban con la brisa, mientras él observaba al de ojos celestes apagados. La conexión entre ellos se manifestaba en risas y miradas clandestinas mientras exploraban el terreno desafiante.

¿Quién diría que los fragmentos tenían tanto poder como para crear tanta naturaleza? ― comentó el velocista con un brillo intrépido en sus ojos.

El genio de las colas mecánicas, sonrió con un destello de orgullo al compás que dirigía su mirada al de estatura más baja.

Las flores son solo una pequeña muestra de lo que puedo crear. ― Explicó, moviendo su contacto visual a lo que era la maravilla que tenían ambos a su frente. ― Incluso en la desolación, podemos encontrar nuestro espacio. ― Estableció mientras atrevidamente posaba su mano en la del ajeno.

El azul mar dio un ligero brinco en su propio lugar, sorprendido por la inesperada reacción de Nine. Un gesto, en apariencia trivial, pero revelador en el delicado equilibrio entre su conexión incierta. Era como danzar al borde de un abismo, sabiendo que el terreno bajo sus pies ya no era el mismo de antes.

Sonic se preguntó en silencio sobre la naturaleza de lo que compartían. Eran más que amigos, pero aún no habían cruzado la línea que definiría la conexión especial. ¿Era un "casi algo"? ¿Una especie de cuerda floja entre la amistad y algo más? La etiqueta escapaba de ellos, y la incertidumbre tejía su propia historia. En ese instante, mientras las flores lilas ondeaban con la brisa sutil, se hallaba en una encrucijada emocional. Había aceptado quedarse con el cánido en su fantasía por empezar de nuevo, pero en lo más profundo de su ser, una sombra de miedo se alzaba. Temía formalizar lo que habían construido, temía perder la libertad que siempre había sido su norte. Este quería disfrutar del momento presente, pero la idea de comprometerse más allá lo atormentaba como si se tratase de correr a toda velocidad en un terreno desconocido sin estar seguro de lo que le esperaba al final. El miedo a perderse a sí mismo, a perder la esencia misma de lo que era, le impedía dar el paso decisivo. Además, la sombra del temor se bifurcaba en un segundo miedo: dejar atrás a sus verdaderos amigos. Lamentaba el día en el que abandonó por mero egoísmo las risas compartidas y las aventuras que habían marcado su vida. La idea de eventualmente alejarse de sus compañeros que creía permanentes tanto física como sentimentalmente, resonaba en sus pensamientos como una contradicción imposible de resolver.

El de piel durazno mantenía en sus penumbras el plan secreto de escapar sin dejar explicación alguna a su compañero. Sentía que haciendo ello podría salvar el dolor futuro que pudo haber sentido el de colas mecánicas... En algún momento a otro, en unos días o inclusive en horas se marcharía sin dejar rastros de lo que alguna vez fue él. Después de todo, creía que el manchado era una experiencia más de lo que habría sido un acaecimiento fugaz. Sabía bien que quería vivir del momento presente, sumergirse en la conexión efímera con el vulpino que catalogaba como roto, pero la sombra de la fuga futura oscurecía el brillo de ese instante compartido.

Una señal intrépida se convirtió en el ancla que lo apartó por un momento de los conflictos internos a su alrededor. El oji esmeralda, sumido en la dualidad de sus pensamientos, sintió cómo su mente momentáneamente se despejaba ante la inquietante quietud.

El ajeno notó el cambio en la expresión de su compañero y, con una delicadeza apenas perceptible, sacudió suavemente las manos que se entrelazaban. Una muestra de preocupación sutil, como las olas que acarician la orilla antes de retirarse.

¿Está todo bien, no? ¿Hice o dije algo que te molestó? ― interrogó el genio de la ingeniería, con una mirada llena de sincera inquietud. Sus ojos buscaban comprender, buscaban la certeza de que se encontrara en un estado de paz y comodidad.

Sonic sintió el eco de la atención de Nine y le dedicó una sonrisa tranquila a su vez fingida asegurando el agarre que permanecía envuelto a ellos.

Todo okay aquí. Solo me quedé pensando en el joven precioso que tengo delante mío. ¡No me digas que eso es un crimen! ― jugueteó con la situación, manejándola con la destreza de un narrador que desliza las páginas de un libro sin una continuidad predeterminada.

Su tono ligero y travieso resonaba en quién estaba frente suyo, como las risas entre las hojas de los árboles en un día de brisa fresca. Era un juego, un intercambio cómplice entre dos almas que se encontraban en ese momento singular.

El vulpino no pudo evitar esbozar una sonrisa ante la manera en que se llevaba la conversación. Era como si ambos compartieran un secreto, un diálogo no pronunciado entre las palabras. ¿Era ello sentirse enamorado y amado? Su alma podía asegurar que había encontrado a quien le entregaría su confianza y seguridad absoluta.

Sonine one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora