Capítulo 1. Ese día

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Ese día Estábamos reunidas en la cafetería Ginger Café tomando unos batidos. —¿Irás a la fiesta de Cristian? —me preguntó Alicia con una nota de entusiasmo. Ella era una de mis mejores amigas. Solo tenía dos, así que éramos tres en la mesa de la cafetería, éramos tres en el instituto y éramos tres en la vida, siempre. —Creo que sí, he estado demasiado aburrida en casa —respondí para luego darle un sorbo al batido de fresa que sostenía sobre la mesa de forma circular.

Eris nos miró con fastidio ante el tema. Después de Alicia y después de mí, ella era la tercera en la tropa: pelirroja natural, abarrotada de pecas, de ojos verdes y poseedora de un gran intelecto. Me parecía que podía ser la única chica en todo el pueblo que además de ser bonita, contaba con el privilegio de la inteligencia. Alicia se burlaba de eso, porque para ella (quién era un poco hueca) era una anomalía contar con ambas características.

En el superficial y vano mundo de Alicia, no se podía ser ni bonita ni inteligente al mismo tiempo. O se era una o se era la otra. —Yo no iré a esa fiesta, y ustedes tampoco deberían ir —bufó la pelirroja mientras jugueteaba con la colorida pajilla de su bebida—. Se dice que Cristian sólo la organizará para llevarse a alguien a la cama por una apuesta. El chisme anda rondando por todos lados. —Creo que ahora tengo más motivos para asistir... —murmuró Alicia con su muy usual toque de picardía. —¡No juegues! —exclamó Eris frunciendo el ceño, mirándola como si estuviera loca—. Creo que deberías tranquilizarte, porque también he escuchado muchos chismes sobre ti. —Exhaló y relajó el rostro sin dejar de observarla—. ¿Con quién te andas acostando? Debes tener cuidado, ya sé que el instituto alborota las hormonas, pero en serio debes calmar tu vagina.

A veces, Eris utilizaba términos bastante formales para referirse a partes no expuestas del cuerpo; otras veces era lo suficientemente directa como para que escucharla no fuera tan tedioso. —¿Qué chismes has oído? —pregunté. Alicia bajó la cabeza y comenzó a rascarse la nuca en un disimulado gesto de vergüenza. Y con eso supe que el chisme no podía ser nada bueno. Ella tenía, por decirlo de algún modo: «esa fama». Para explicarlo mejor, en un mundo en donde nuestra amistad hubiera estado definida por nuestras características, Alicia habría sido la rubia que siempre quería ser deseada —y que efectivamente era deseada por todos—, mientras que Eris habría sido la intelectual que nos soportaba por alguna extraña razón, y yo, la que se mantenía en un punto neutro. No había que malentender, yo no era tan aburrida, ni tan entretenida, ni tan inteligente. Era normal, hacía cosas comunes, también iba a fiestas, también quería acostarme con muchachos —solo que no tenía toda la suerte de Alicia— y también veía necesario no tener una nuez en el cerebro. Eris hizo a un lado su bebida y se inclinó hacia adelante para apoyar los antebrazos sobre la mesa. Teníamos cerca a varios muchachos que iban al instituto, así que antes de hablar echó un vistazo a los lados para asegurarse que no estaban pendientes de nuestra conversación.

—Dicen que durmió con el primo de Cristian y con Daniel al mismo tiempo — nos susurró. De inmediato miré a Alicia. Ella solo observaba hacia los lados, esquiva. —¿Es en serio? —le pregunté, alzando las cejas, aunque a ser sincera no me sorprendía tanto. —Quizás un poco, pero... —masculló. Su fino rostro se puso tenso—. Es que yo siempre quise intentar... Ustedes no saben, quiero decir... ¡Ah! No es para alarmarse. —Claro que no, un trío es de lo más normal, pero si escoges dormir con los peores idiotas del instituto que solo buscan hacerlo únicamente para contárselo a todo el mundo como si fuera una gran hazaña, hay algo mal, amiga, hay algo mal —puntualizó Eris y se echó hacia atrás, destruyendo el aire de confidencialidad. —Son muy poco maduros —opiné, encogiéndome de hombros—. Después de todo, es solo ir a la cama. No tiene nada de especial. Para mí no lo parecía. Para mí ni siquiera parecía un tema relevante, y ambas estaban conscientes de eso. Saber que Alicia había hecho un trío y que Eris sacaba cualquier opinión magistral sobre ello, era en verdad lo normal.

DAMIÁN FOX ; un secreto oscuro y perverso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora