C. Comprometido.

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La sala está en silencio, todos los presentes se encuentran concentrados en la tarea de ayudar a Charles a sobrevivir.

El sudor corre por la frente y quema su suave piel, el lugar se inunda de sus fuertes respiraciones y un llanto desesperado. El trabajo de parto es largo e inevitablemente doloroso.

Todo el aire de sus pulmones sale en un fuerte grito que retumba en los oídos de los presentes, su garganta reseca quema y sus ojos pelean por no cerrarse, las contracciones aumentan.

— Respire lento.

— Intente calmarse joven Charles, lo está haciendo bien.

Las voces parecen estar lejanas, no logra descifrar las palabras pero percibe las miradas compasivas que le brindan las enfermeras. Un llanto débil y frágil se escapa de sus labios. Está angustiado, su mente parece bloquearse, su cuerpo no resiste todo el dolor así que tiembla, sufre espasmos mientras se retuerce sin callar sus gritos. Sus ojos esmeraldas son de pánico y realmente teme por su vida.

Siente una repentina presión, el dolor se volvió inhumano y él ya no tiene las fuerzas para gritar, así que cede a sus ojos y comienza a perderse en lo inmerso de su cansancio.

A pesar de ignorar a las enfermeras ellas siguen esforzándose en hacer su trabajo, sonríen al ver medio cuerpo del pequeño luchar por salir, siguen animando al monegasco.

Un nuevo silencio es interrumpido por un fuerte llanto, una vida llegó a enfrentar éste caótico mundo. Charles no puede seguir, así que sólo sonríe en dirección a su retoño.

— Mi bebé.. — Apenas pronuncia con la voz quebrada.

┗━━━━━ 𝙀𝙡 𝙞𝙣𝙞𝙘𝙞𝙤: 𝙏𝙝𝙚 𝙣𝙞𝙜𝙝𝙩 𝙬𝙚 𝙢𝙚𝙩

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— ¡Basta! Simplemente inaceptable, Charles. Vuelve a hacerlo.

De nueva cuenta dio vuelta a la hoja para empezar de cero la tonada, afinando sus dedos para cada partitura, pero el intento es nulo, sus ojos cristalinos no le permiten distinguirlas. Los gritos de su padre, sus dedos quemando y lo malditamente insuficiente que se siente le provoca querer gritar, tan fuerte que si fuera posible desgarrar su garganta hasta hacer explotar su cabeza sería un sueño en estos momentos.

— ¿Acaso crié a un inútil? Tan solo toca bien esa maldita canción. ¡Estoy harto! — Tomó uno de los mechones cercanos a la nuca del monegasco para tirar de ellos y hacerlo gimotear de dolor. Se encuentra estoico, su padre nunca le permite llorar.— Pronto será tu boda ¡Nadie te va a tomar en serio con esa actitud!.

Un golpe en seco se escuchó, golpe recibido en sus manos puestas en el piano, el lujoso bastón que carga su padre fue impactado un par de veces sobre sus delgados y finos dedos.

No pudo evitar soltar un grito de dolor, las lágrimas salieron rebeldes, sus emociones están a flor de piel y aún así su padre no se inmutó en absoluto. Siguió maltratando su piel y soltando palabras hirientes que atraviesan su alma. Los mayordomos tratan de contener su incomodidad, la escena no es nada grata para presenciar, las trabajadoras que ayudan a su madre a limpiar cada rincón de la casa, se aseguran de poder consolar al pequeño Charles cuando sea prudente, así que solo les queda mirar la escena con una mirada perturbada.

CLAIR DE LUNE | Charlos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora