C. ¿Quién es el?

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Llegó la noche y Charles no puede dejar de rodar en su cama, toca sus labios una y otra vez imaginando aún el suave tacto de los carnosos de su profesor, se volvió adicto al sabor de ellos. No puede conciliar el sueño, además de la emoción, fue mandado a dormir antes de su hora programada por lo mismo de su castigo, la poca luz de la luna le hace sonreír agradeciendo a todas las estrellas por presentarle a Carlos y a su lobo.

La puerta de su habitación fue abierta y se cubrió hasta la cabeza para fingir estar dormido, no quiere escuchar más regaños por hoy, aunque un característico aroma llega a su nariz y suspira rendido.

Una mano recorre su pierna para hacerle "despertar" cosa que fingió y bostezó para actuar sorprendido. Max sonrió y prendió la lámpara que está a un lado de la cama.

— Perdón por irrumpir tu sueño, cariño.

Su lobo se removió incómodo.

— Está bien, no te preocupes.— Sonrió para después sentarse, no quiere recibir otro regaño por mal comportamiento.

— Sólo quería disculparme, tal vez no actúe muy bien, pero sabes que no me agrada del todo la actitud que a veces demuestras.— Tiene un tono suave, así que viene en paz, no quiere alterarlo, prefiere hacerle creer que todo está bien.

— Estoy mejorando mi comportamiento, he reflexionado, lo prometo.

Le tomó por sorpresa los brazos del alfa rodeando su cuerpo. Podría estar ofendido por la situación, es inapropiado estar en el mismo cuarto antes de su boda, de noche, medio a oscuras y sobre todo en pijama. ¡Casi no le tapa nada!. Pero, lejos de eso hay algo peor que toda esa lista.

— ¿A qué carajos hueles, Leclerc?.— Dice aún en el abrazo, metiendo su nariz en el cuello del omega asustadizo, olfateando tan descarado.— No, mejor dicho...¿A quién mierda hueles?

— N-no sé de qué hablas..

— ¡Dime el nombre de ése alfa!

— ¡Me estás asustando!

— Alguien te impregnó. ¿Es muy difícil darte cuenta?

Dijo separándose por fin, el omega está temblando y no sabe si de miedo o simple reacción natural de su casta ante la sumisión que le está obligando tener aquel dominante.

— No he hecho nada, quizá algún aroma se me pegó cuando fui a comprar unas cosas..

— ¡Ni siquiera tienes permiso para salir, deja de mentir!.— Se puso de pie frotando sus manos por su rostro, irritado.— Dime, omega. ¿Quién fue?

Estúpida voz de mando, estúpidos alfas, estúpida jerarquía.

Negó levemente con lágrimas apunto de salir disparadas, su omega se siente dolido por ser retado de esa forma de manera imprevista.

Max asintió resentido, casi soltando una risa lo señaló con su índice como si hubiera descubierto algo grande.

— Fue él, ése profesor de piano.

— ¡No!

— Por favor, Charles. He notado cómo te mira, eso es insano, es mayor que tú.

Que contradictorio, también él lo es.

— No se va a quedar así, debe entender que tú eres mi omega. No puede venir y pretender que eres de su propiedad.

Salió enfurecido, dejando un fuerte olor que le hace querer vomitar. Dio un respingo cuando la puerta fue azotada.

CLAIR DE LUNE | Charlos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora