Bakugou había crecido con tan solo dos reglas; no dejar pasar a ningún extraño y jamás salir de noche.
Desde que tuvo memoria, su madre le repetía esas únicas dos reglas cada día y cada antes de dormir, como un niño que creció con los privilegios más excéntricos, no tuvo problemas en seguir esas reglas por lo que jamás las había discutidos o preguntado de su origen. Dedujo que eran las reglas comunes de una madre.
Pero había algo que Bakugou si lo dejada desconcertado y lleno de dudas. Pues en cada cumpleaños al volver a su recámara, había una gema escarlata justo en su balcón, tal solo ahí sin ninguna carta o algún indicio del propietario de esos regalos.
Había sido una costumbre silenciosa en la que se había divertido con esa persona desconocida, pero, su paciencia era escasa y la noche antes de su cumpleaños salió al balcón de su cuarto con pasos firmes y las palabras que tanto había querido decir antes.
- ¡Se que estás ahí! Por lo que te pido que te presentes ahora. - Solo el sonido de los grillos se escuchó. - Ya no soy un niño que cree en algún ser mágico que reparte regalos. Exijo verte, ¡ahora!.
El viento resonó entre los árboles y las luciérnagas volaron por su balcón, pero ningún sonido humano o alguna señal de esta persona sucedió.
- Como quieras, pero un día tendrás que aparecer.
Regreso a su habitación comenzando su rutina de noche al tiempo que seguía mirando el balcón con la esperanza mínima de que el causante de este estrés, se haga presente.
~£~
Era la noche de su cumpleaños, donde los invitados a su alrededor bailaban y tomaban mientras que sus rostros se cubrían por decorados antifaces. Pero, en su mente solo reinaba la duda de si encontraría una gema al subir a su habitación.
La curiosidad y tal vez lo aburrido del baile lo obligaba a subir a su habitación si no fuera por el molestoso agarre en su muñeca que lo hizo voltear a punto de ocasionar un confrontamiento.
- A donde crees que ibas, Katsuki. - Su madre, quien de su agarre no lo soltaba, vestía de finas telas rojas con su juego de joyería de oro, quien a un vestida de una mujer encantadora, veía a su hijo con una firmeza a la cual temer. - A un hay gente educada pidiendo permiso para entrar así que quiero el mismo nivel de educación en ti.
La primera regla se rompió.
- Pero yo ni siquiera quería este estúpido baile. - Alejo su brazo así forzándola a soltarlo.
- Ni se te ocurra ser mal agradecido. - Alegó a la vez que ajustaba el antifaz de Katsuki. - Es tu cumpleaños por lo que vas a bailar y tal vez no ocasionar un escándalo otra vez.
Los chismes de la ciudad siempre tenían como protagonista a la familia Bakugou, quien su hijo se ha encargado de siempre dejar un nuevo chisme la cual compartir entre los nobles y humildes.
- Como sea. - Rodó los ojos, fastidiado para después alejarse de su madre. -Iré a perderme a cualquier lado.
Atravesó entre las personas charlando o bailando con sus risas incontrolables y sus identidades ocultas por sus antifaces bien decoradas. Al final llegó a la mesa de bebidas que no dudó en tomar una copa de quien sabe qué cosa, pero se veía lo suficientemente bien para alcoholizarse y tener una buena excusa para poder irse.
- Luces aburrido.
Volteó, sin pensarlo, a quien lo llamaba con esa voz dominante, que al verlo se encontró a un hombre alto vestido de rojo con su antifaz negro que hacía lucir sus ojos carmín.
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No le temas a la luna
FanfictionKirishima prometió hace años que mataría al hijo de Mitsuki, Bakugou, para dar fin a su venganza. Pero, su corazón a un que de vampiro niega derramar sangre. Dicen que un vampiro envenenado de odio no puede ver su reflejo... pero que significa cuan...