~Kara~
–Buenos días, estrellitas– saludo Aroa–. La tierra les dice: "¡Hola!"
–Madre mía Kara, que cara de asco– me habló Alba.
–Es que estuve toda la noche estudiando para el examen de mates– terminé de explicar para bostezar.
–¿COMO QUE EXAMEN DE MATEMÁTICAS?– preguntó alterada Alba.
Yo la mire con una pokerface.
–Bueno, cambiando de tema. Kara, amiga mía del alma.
–¿Que quieres Aroa?
–Es bueno que lo cuestiones, pues fíjate que necesito los deberes de ingles.
–¿Y que ganó yo a cambio?
–Mi amor y cariño eternamente.
Yo simplemente suspiré y asentí. Esta sonrió y me abrazo agradeciendome.
Yo solté una pequeña risa.~Asahi~
Estábamos preparándonos para ir a la escuela a seguir enseñando voleyball.
–Oye, Asahi– me llamo Suga–.¿Que tienes con Kara?
–Bu‐bueno nosotros somos amigos.¿Por qué?
–No, por nada– me respondió con cierto tono burlesco.
Yo me quede en mi sitio estático. Sacudí mi cabeza para sacar aquella castaña de mis pensamientos y me seguí preparando.
Cuando ya estábamos todos listos nos dividimos para subir en las furgonetas.
En cuanto llegamos fuimos al pabellón para cambiarnos y empezar a calentar.
~Kara~
―¿ Te puedes creer que el otro día mi hermano me tiro el libro de historia a la cabeza?
―¿Por qué?― preguntó Alba a Aroa.
―Pues porque lo moleste mientras estaba estudiando.
―Yo también lo haría, la verdad― dije mirando a mi amiga, esta me miró ofendida.
Al acabar le clase recogimos nuestras cosas para ir al pabellón. Íbamos llegando a la entrada cuando un compañero me llamo. La verdad es que casi nunca hablaba con el ya que el tenía sentimientos por mi, pero yo no lo quería ilusionar.
―¿Que paso?― le pregunte.
―Quería preguntarte si podrías hoy quedar conmigo.
Iba a responderle cuando apareció Aroa.
―Lo siento, ella hoy estará conmigo― dijo para después arrastrarme a los vestuarios.
―Gracias― le susurre.
Seguimos nuestro camino a la pista donde ya estaba el equipo calentando. Aroa y yo nos acercamos a el profesor para hablar con el mientras el resto de nuestros compañeros se terminaban de cambiar.
Cuando nuestros compañeros llegaron nos pusimos a calentar en grupos de tres. Yo, como siempre, iba con Aroa y Alba.
―¡Alba, por dios, golpea bien la pelota!― le reclamó Aroa. A lo que esta le saco la lengua cual niña pequeña.
Ellas siguieron discutiendo mientras yo me reía a carcajada limpia.
*―¿Que esta pasando aquí?― se acercó el entrenador a nosotras.
Entre risas le explique el por qué de su pelea. Al acabar este se quedo serio durante unos segundos para después estallar en carcajadas a la par mía. Los del equipo, mi clase y ambos profesores miraban hacia nosotros. Incluso Alba y Aroa ya pararon de discutir.