Fiomir

#2: La oficina fría

Infiltrarse en la ORPHD era tan sencillo que Rafael empezaba a cuestionar si era a propósito. 

Tal vez era por su experiencia infiltrándose en la mansión, el hecho que ya conocía todos los puntos ciegos de las cámaras y la ventaja de escabullirse que tiene sobre los demás por el simple hecho de ser telépata, pero pensó que esta vez era demasiado meterse en la mansión y llegar a la oficina principal. 

Había una sensación extraña rodeándolo. En ocasiones anteriores, la mansión se trataba de un lugar ruidoso, gente corriendo, hablando y riendo por todos lados, cada quién tenía un uniforme asignado, pero se le podía personalizar a su gusto, por lo que era raro ver uniformidad entre los miembros excepto en ocasiones especiales; el ambiente, en general, era acogedor y amable, tal y como Vladimir Snow se presentaba hacia los desconocidos. Ahora, había una presión sobre el lugar, como si hubiera demasiada tensión sobre todos, los cuales se veían uniformes, caminando en filas ordenadas y sin hacer ningún tipo de ruido. Era un tanto tenebroso.

Recordó la oficina principal del viejo Vladimir, era una oficina colorida, llena de objetos de todo tipo, varios dibujos pegados en la pared de paisajes, las ventanas estaban abiertas y entraba la brisa y la luz solar, dándole una sensación refrescante al lugar. Ahora, las paredes habían sido pintadas de blanco, no había nada en los muebles que no fueran archivos y carpetas, los dibujos habían sido removidos y las cortinas de las ventanas habían sido bajadas, haciendo que la oficina se viera oscura y fría. Algo más propio de un Snow, pensó Rafael.

Puso una mano en su mentón, pensando en lo que haría a continuación. Nadie le había dicho nada de lo que pasó después que se desmayó en el torneo, más allá del hecho de que casi moría porque la madre de Angie lo había atacado y Gabriel le hizo el gran favor de sacarlo de ahí contra su voluntad y tenerlo cautivo, así que sus opciones al lograr escapar de esos tres eran limitadas. Pensaba que, por algún golpe de suerte, Angie pudo haber ganado el torneo aunque, ahora que había llegado tan lejos, sonaba ilógico, ya que de ser así habría despertado en la ORPHD para liderar junto a ella.

Su siguiente opción era buscar a su madre. Lo más seguro es que estaría cayéndose por la borrachera en algún lugar entre la mansión abandonada donde vive o La Casa del Placer, probablemente estaría enojada si él solo se apareciera enfrente de ella con las manos vacías y le reclamaría por no volver a casa antes y la ira de su madre no era algo que él quisiera enfrentarse. Nunca se sabía con ella como actuaría, unos días se limitaría a gritarte, otros te daría un sermón, en otro te usaría como diana para su lanzamiento de botellas, otras veces serían cuchillos. Era una mujer demasiado explosiva y temperamental para hacerla enfurecer así.

"Bueno, es hora de revisar los documentos secretos de la organización" dijo Rafael mentalmente y se encogió de hombros, como si era fuera la única solución lógica.

Abrió todos los cajones de los archiveros, buscando cualquier cosa que atrajera su atención, lanzando aquellos que calificaba como inútiles al suelo. Pronto, la oficina estaba hecha un desastre, sobre el que Rafael se había sentado cruzado de piernas para leer aquellas carpetas que habían captado ligeramente su atención.

—Faraize Snow: mestiza tipo elemental-elemental —leyó y decidió que con el título era suficiente para determinar que era importante, por lo que lo guardó en la mochila que se había robado de la casa de Luisa. En ella, cargaba todos los DVD con capítulos de Scooby-Doo que había conseguido para él y una falda del armario de Luisa a la que le había puesto el ojo desde que ella se la había modelado, en un intento de congeniar con él.

También había metido su expediente y todo lo que tuviera su nombre o el de Angie. Su madre había pasado los últimos meses obsesionada con ambos, así que a lo mejor llevarles sus expedientes le daba puntos de simpatía. También decidió buscar entre los archivos si había información sobre ella, pero no parecía haber nada en los expedientes de la clase Telépata sobre ella, por lo que decidió buscar aún más exhaustiva en busca de archiveros secretos, donde la gente importante ocultaba cosas que preferiría olvidar.