Fiomir

Prólogo

Hace 28 años.
1985.

032 hizo círculos en el suelo, lo único bueno que había de los experimentos que le hacían era que la agotaban. Cuando estaba agotada, podía dormir y cuando dormía, soñaba con ese chico rubio. En esencia, siempre era el mismo sueño, ella corriendo en un bosque oscuro hasta encontrar un palacio de hielo en medio de un lago, al que ella corría para tocar y siempre había un chico rubio que le abría y la dejaba pasar. El chico jugaba con ella, se divertía con ella y le hacía muchas preguntas, siempre eran las mismas, si ella era alguien real, que si de qué huía y porqué siempre se iba. Ella mentiría si no tenía preguntas similares para el chico, pero el sueño le daba cierta sensación de calma, por lo que no quería arruinarlo.

Mientras encontraba la posición perfecta para dormir, se preguntó si esta noche sería suertuda y volvería a verlo en sus sueños. Era alguien divertido, siempre le estaba hablando del mundo exterior, de colores que ella jamás había presenciado, de lugares a los que ella jamás podría ir. En su sueño, 032 podía experimentar la libertad, aunque la dejase anhelando que fuera real al despertar. Tal vez eran alucinaciones suyas, pero jamás las quería dejar ir.

"Iré por ti" le había dicho la última vez que se habían visto. Si sus cuentas no fallaban, habían sido 13 días desde esa afirmación valiente. 032 sabía que su amigo era tonto y tenía un corazón amable, por lo que tal vez ya se habría rendido en su tarea. Eso estaba bien, porque así podría darle palmadas en la cabeza y lo haría sentir mejor. Solo lo necesitaba a él, no importaba si él no era real, solo lo necesitaba para mantenerse con fuerza. Y si era real, ¿quién sabe? A lo mejor un día podría rescatarla.

"Sí" rio para sus adentros, con desdén y pesimismo. "Seguramente vendrá por mí".

Como si hubiese pedido un deseo, las luces del pasillo se tornaron rojas y comenzaron a  parpadear. Una voz en una bocina cercana repetía el mensaje "alerta de intruso" una y otra vez, como un cantico acompañado del ruido de afuera. Disparos, gritos y explosiones, podía escuchar el ruido de gente corriendo por los pasillos, el de objetos moviéndose a alta velocidad, podía escuchar un liquido cayendo al suelo, cosas pesadas cayendo sin parar. 032 comenzaba a sospechar que se trataban de personas, lo que aumentó su curiosidad.

Tratando de asomarse lo mejor que pudo, se frustró al no poder obtener ninguna imagen concreta por la vista limitada. Usar su poder habría sido otra de sus opciones, pero temía ligeramente encontrar algo muy aterrador en la mente de los demás, después de todo, los pensamientos de los guardias del alrededor eran de terror absoluto, como un río de voces que la ahogaban, haciéndose más ruidosos y consumiéndole, al grado que sentía que vomitaría lo poco que le habían dado de comer.

Todos los pensamientos eran esencialmente el mismo: un demonio había entrado al lugar, estaba destrozando todo a su paso y, dado que muchos pensamientos quedaban a medias y se apagaban, todo parecía señalar que había gente muriendo afuera. Muy probablemente obra de aquel intruso.

Las luces parpadeando, los pensamientos catastróficos, los gritos despavoridos, el sonido de disparos y cosas rompiéndose. 032 rogaba que todos se detuvieran, quería que todos guardaran silencio por un segundo, se merecía un momento de paz si estaba a punto de morir, al menos eso se le debía después de tantos años de tortura. Si ella jamás conocería el sol, el mar, los árboles y los sabores dulces, se le debía un último momento de paz.

Sintió su cuerpo temblar, en la posición fetal que se había acomodado, tratando de amortiguar el ruido, sintió una rabia sin precedentes y abrió su boca pese a carecer de voz para intentar gritar una sola palabra: "silencio", a lo que todos los pensamientos se detuvieron. A su alrededor solo se podía oír la alarma timbrando y el sonido de su propia respiración, ni siquiera podía oír al guardia que la amenazaba todo el tiempo, lo cual le aterró.