Ella

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Malena, compañera del trabajo, era muy tímida. Había entrado apenas dos semanas, pasante de fin de año y le costaba acomodarse a los lugares donde se ubicaba cada cosa. Los archivos, por un lado, los asientos contables por otros, los resúmenes y cartera de clientes en mi escritorio, etc. Era perfecta, siempre iba directo a lo que quería y pedía todo con mucho respeto. Usaba un corte carré y con un flequillo que ocultaba sus cejas. Admito que me tentaba demasiado verla con esa falda de 25 centímetros gris y esos tacos que aumentaban su estatura. Esos lentes lo decían todo, resaltaban a simple vista los espeluznantes ojos cafés que tenía esta criatura, que todos los días veía desde las 7am hasta las 4 pm que ella se iba para su casa. Ella notaba seriamente que yo la relojeaba, siempre estaba a su disposición. Pero siendo gerente de RRHH, no podía hacerme el atrevido, solo demostraba mi total atención, a esos carnosos labios que me llevaban a imaginar meterlos contra toda mi intimidad. Al salir, pasó por mi oficina y me dejo un par de notas de créditos, ya no me acuerdo bien. Le agradecí el gesto y antes de salir por la puerta me preguntó cuál era mi color favorito mordiéndose los labios cuidadosamente y mirando hacia abajo con un tono tímido. Le contesté, acercándome a ella cautelosamente hasta estar a 10 centímetros de sus pupilas, "El Negro". Me miró perdida y sonrió nuevamente sin moverse. El silencio de esos diez segundos fue más callado que morgue abandonada. Me fui alejando sin dejar de mirarla, con una mueca en mis cachetes que dejaba mucho de imaginar.

Llego el viernes, víspera de navidad, como siempre yo en mi oficina miraba el reloj y cada tanto miraba a Malena desde los cristales de mi oficina. Me llamo el jefe de Administración y estuve hablando con él por mucho tiempo. Malena me miraba fijamente, pero yo intentaba hacer de cuenta que estaba concentrado. Ella tocó mi puerta y me fue a pedir una lapicera, decía que la suya se había extraviado. Le di la mía con mucho gusto porque aun mi jefe me tenía al teléfono. Ella con una mirada y una mueca se fue sin decirme nada y se sentó en su escritorio que estaba enfrente de mi oficina. Comenzó a llamar mi atención con sus movimientos penetrantes de pasar mi birome por sus labios sin cesar, le pasaba su lengua y no dejaba de mirarme. Era completamente irresistible. Era imposible no observarla, se empezó a tocar con la lapicera las piernas y comenzaba a jugar con los botones de su camisa blanca. Tuvo el atrevimiento de desprenderse dos de los botones y meter la lapicera en su sostén negro. Empezó a pasar sus manos cautelosamente por sus media negras y finas Me fui disimulando tosiendo hacia afuera, cerré la puerta y creí estar soñando una fantasía sexual. No me la creía. Admito que estaba un poco caliente pero no podía ser yo en ese contexto, no quería demostrar quién soy.

Me retiré de la oficina y fui a pedir una botella de agua mineral, el calor era irresistible, así como Malena. Volví a mi oficina, mi computadora estaba apagada y no había guardado mi trabajo reciente. Me volví loco por dentro pensando quien fue el desgraciado que había hecho esto. Había una media roja en el asiento de mi silla negra, la tomé y la guardé no sé por qué. Ella tocó la puerta de mi oficina y me consultó si tenía un tiempo mas tarde, le comenté que estaba muy atrasado, ya que habían cerrado mi trabajo reciente y debía volver a empezar. Me dijo que había sido ella quien la había apagado y que la acompañe al sanitario, sentía unas molestias. Yo, todo caballero, la acompañe por los pasillos largos al final del segundo piso y subimos al ascensor que llevaba al cuarto piso donde se encontraban los sanitarios, admito que estaba un poco sacado por lo que hizo. A penas se cerró la puerta, la empuje contra la pared del ascensor y comencé a tocarla suavemente mientras se humedecía mi mano a los pocos segundos de iniciar el acto, ella se fruncía y gemía silenciosamente mientras el ascensor subía de piso lentamente. La dejé de tocar y me alejé repentinamente, salí del ascensor con ella y la llevé a los sanitarios con mi mano, comencé a apretarle sus glúteos mientras ella con sus lentes me miraba y se mordía los labios. La dejé en la puerta del baño de damas y me dijo que la acompañara mientras se acercó a mi cuello y pasó su lengua hasta bajar a mi pecho. La miré fijamente y me aparté fríamente. Soy de respetar códigos y no me interesaba hacerlo en un sanitario, sobre todo del trabajo.

Me fui de ese lugar a acomodar las cosas en la oficina, dejar todo en orden e irme de una vez a mi departamento. Apagué las luces y bajé los ascensores hasta llegar a la cochera. Me acerqué al auto, me senté y a los pocos segundos Malena venía corriendo descalza para acercarse a mi auto. Bajé el vidrio y con un tono agitado me preguntó si podía llevarla a casa. Repensando la situación le dije que se sentara y que yo la iba a llevar. Al salir de la cochera se sacó el cinturón de seguridad, se acercó a mi pantalón y empezó a subir y a bajar con sus labios lentamente, pasando su lengua desde abajo hasta la punta sin decir una sola palabra. Yo manejaba hacia adelante y le pregunté donde era la dirección de su casa, pero ella seguía succionando mi intimidad como queriendo extraer el néctar mas preciado de la abeja reina. Decidí llevarla a mi casa y ella seguía incesantemente presionando mi miembro sin pausa. Llegué a los cinco minutos a casa y sin bajar del auto, introduje dos dedos en su interior Y ese gemido inicial había sido el aullido perfecto para iniciar el rito.

La aparté sutilmente, le abrí la puerta del auto y tomé su mano mientras caminaba descalza y de puntillas. Me acerqué al ascensor, mientras esperaba que bajase ella tomo mi mano y la introdujo en sus bragas mientras me pedía que la tocase sin pudor. Sus piernas se temblaban y me pedía que no parase. Se abrió el ascensor y la empujé sacando mi mano, se cerró la puerta y no hice nada mas. Ella no me pidió que continuará, solo el silencio era necesario para escuchar sus anhelos mas profundos. Nos metimos al infierno de mi hogar y allí me dediqué a mostrarle lo que es ARDER.  

Una MediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora