— Aléjate de Aura.
Exigió Elizabeth bruscamente, actitud que acabo con mi nerviosismo y alimento mi cólera.
Puse ambas manos por sobre sus pechos, dándole un leve pero firme empujón, para así poder mantener una distancia y alejarla de mí.
¿Que se creía Elizabeth?
Ella no podía simplemente venir y decidir con quién puedo juntarme o con quién no.
Mi empujón avivó su molestia, lo noté en su mirada, en ningún momento separamos nuestras vistas, pero sirvió para apartar su cuerpo del mío.
Elizabeth retrocedió un poco, pero mi intento para zafarme de ella no funcionó, en un impulso ella volvió a acorralarme contra la pared, podía sentir su cuerpo presionado al mío, mis manos seguían por sobre sus pechos, nuestros rostros frente a frente y una de sus manos acunaba mi mejilla sin hacer daño.
Me sentía atrapada.
Estaba molesta, por todo, por sus extrañas actitudes conmigo, sus frases sin sentido, su estúpida exigencia y sobre todo, estaba molesta por aquella escena de la tarde.
No debería molestarme, pero me molesta, demasiado.
— No — Declaré sin titubear — ¿Porqué debería? Ella a sido muy amable conmigo, me a salvado, es mi decisión saber a quién conozco y a quién no.
Sin haberme dado cuenta, acerqué un poco más mi rostro al suyo, sentía su ahora errática respiración en mis labios.
»Otra vez«
Su rostro seguía expresando molestia y confusión.
— ¿Dónde la conociste? — Indagó, ignorando mis palabras.
— Eso no es de tu incumbencia — Volví a ejercer presión por sobre sus pechos, sin éxito — Hazme el favor de quitarte.
Deseaba que se alejara un poco de mí, porque mi cuerpo comenzaba a reaccionar nuevamente a su cercanía, odiaba que fuera así, sobre todo en esta situación.
Su cuerpo, su cercanía, era un imán para mí, me agradaba en demasía y justo ahora detestaba sentir como revoloteaban esas mariposas en mi estómago, luché para que el aire en mi garganta no volviera a atascarse.
Elizabeth pareció notarlo.
Mierda.
Claro que lo había notado.
Su mano en mi mejilla se tornó posesiva, sus dedos se estiraron para sostener por detrás a mi cabeza, sin causar daño pero siendo firme.
Su brazo libre, rodeó mi cintura, sujetándola con ganas logrando que nuestros cuerpos no tuvieran posibilidad de separarse.
A este paso, mi corazón comenzó a latir rápidamente. Si había intentado que mi oxígeno no se atascara, se había ido todo por la borda.
Estaba molesta, sí.
Pero con sus repentinos actos, su cercanía..
No podía.
Detestaba admitirlo, pero me sentía a su merced.
No dejaría que ella supiera esto jamás.
Por mucho que ella notase mi reciprocidad, jamás se lo afirmaría.
Sus ojos volvieron a observar mis labios y ya sabía que pasaría, sabía que estaría completamente perdida si la besaba.
Aún así, no tuve la voluntad suficiente para alejarme de ella.
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Luciérnagas
Teen FictionLos sueños de Victoria eran tan extraños como Elizabeth desde que ella llegó a su vida, nada en ella parecía tener un sentido. Sueños sin explicación y varias situaciones comprometedoras removerán las vacaciones de Victoria, siendo Elizabeth un ingr...