Capítulo II

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Risas.

Nuevamente risas y la misma sensación de calidez en mi pecho.

El cielo estaba oscuro pero las estrellas brillaban hermosas.

Era nuevamente este campo, el campo lleno de luciérnagas, miré al rededor y era maravillosamente hermoso.

Las luciérnagas estaban cernidas por el lugar de tal manera que hacía ver cómo si todo fuera utópico.

Sentí como alguien me abrazaba por detrás, tenía envuelto sus brazos por mi cintura a la vez que ambas nos reíamos, por las risas, ella también era una chica.

Giré mi cabeza, y ahí estaba nuevamente aquella cabellera negra con esos hermosos ojos verdes.

Me miraba como si no hubiera nadie más en el mundo y en mi estómago se hizo un nudo.

De pronto, sentí la necesidad de decir su nombre.

¿Eliza..beth?

— No querida, soy tu tía Emilia, ¿Cómo estás?

Cai en cuenta, todo era un.. ¿Sueño?

No, no era simplemente un sueño, estaba segura de eso.

Pero nuevamente el mismo campo de luciérnagas, las risas, la calidez.

Estaba confundida y a la vez nerviosa, esto no podía ser una mera coincidencia.

Necesito saber que es.

Abrí mis ojos, y me encontré con la mirada preocupada de mi tía, Verónica y ella son muy parecidas, bueno, las tres tenemos el cabello castaño claro, casi rubio y de ojos color pardo, bueno yo, ellas tienen ojos color miel.

Si tía, ya estoy mejor, muchas gracias —Me senté y mire a mi alrededor, era una habitación amplia, blanca y sencilla pero muy linda, estaba en una gran cama, volví a mirar a mi tía — Discúlpame tía por no saludar antes, ¿Dónde estoy?

—Querida, nos has dado un buen susto, te desmayaste en los brazos de Elizabeth, por cierto, ¿Se conocen? Escuché que ella te abrazó como si se conocieran —Me observó sorprendida.

—Oh —Fue todo lo que dije, respiré y continúe —No, la verdad es que no recuerdo haberla conocido en ningún lado, para mí también a sido una sorpresa, bueno, todo en realidad.

Reí nerviosa, no le diría que sus ojos se me hacían familiares por mis extraños sueños, me tacharía de loca.

Volví a preguntar, en vista que no respondió nada.

—Tia, ¿Donde estoy?

Parecía que salió de sus pensamientos y me contestó.

Esta será tu habitación querida, la casa es bastante grande —Rió por lo bajo — Pero te dejamos la habitación del tercer piso, tienes un balcón muy hermoso que da la vista hacia un lago que hay más allá y un hermoso campo, en el balcón tienes sorpresas, ya verás.

Me dejó más confundida aún, pero no hice mucho caso, así era mi tía.

Mi habitación, por estos tres próximos meses, sería estupenda, y es mucho más agradable pensar que solo tengo que disfrutar mi estancia aquí.

¡Adiós trabajo comunitario familiar!

¡Hola vida llena de descanso y lujos!

Ojalá fuera así mi vida cotidiana, pero no somos adineradas como mi tío.

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