Capítulo IV

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Había caminado ya bastante por la oscuridad de aquel bosque y aún podía escuchar como resonaba la música.

Me sentía molesta, pero no lo admitiría, jamás.

Mis tíos se fueron ayer para visitar a uno de sus amigos, nos avisaron que volverían pasado mañana, es por esto, que Verónica había organizado una fiesta en casa y da la casualidad que ella y Elizabeth tienen varios amigos en común.

Yo no entraba en la ecuación, y con aquella escena de la tarde, no estaba de humor.

Era estúpido sentirme de esta manera, lo sabía pero no tenía idea que hacer con todo esto.

Mientras caminaba, solo rogaba que nada extraño se me apareciera en el camino, lo único que me mantenía tranquila era la gran capacidad que tenía aquella linterna que llevaba para alumbrar el camino.

Escuchaba aullidos, esperaba no hubieran lobos o algún otro animal salvaje, la última vez no vimos ningún ejemplar.

Luego de un tiempo, llegué hasta aquel enorme lago.

Traté de visualizar nuevamente aquel lugar maravillosamente iluminado a lo lejos, ahí estaba, bastante apartado y con menos iluminación que noches atrás.

Me tomaría un tiempo en llegar, pero no me importaba, además para cuando volviera, aún estarían todos despiertos en casa.

Rodeé el lago lo mejor que pude, para encontrar un sendero algo escondido que parecía llevarme a mi destino.

Algo en mí me decía que tenía que ser precavida, caminé lo más discreta pero rápida que pude, baje la intensidad de la luz y seguí mi camino.

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No sé cuánto tiempo pasó, pero llegué.

Era mucho más hermoso de cerca.. las hierbas se extendían libres y su color verde seguía siendo notable a pesar de la oscuridad..

Estaba iluminado, muy iluminado, mi vista había fallado hace un rato.

¡Luciérnagas!

Jamás había visto luciérnagas, no lo podia creer. El cielo despejado y estrellado hacían un complemento majestuoso.

Quería llorar.

Quería..

Sensaciones, muchas de ellas.

Mis sueños.

El campo completamente rodeado de luciérnagas, el verdor, todo..

Nada de esto era casualidad.

Este es el campo de mis sueños.

¿Que es esto...?

Sentí mi pecho oprimirse y la cálida sensación volvió a inundar mi pecho.

Mi mente reprodujo nuevamente las risas que había vivido en mis sueños.

Elizabeth.

Maldita sea, todo me apuntaba a ella.

¿Quién es ella?

¿Que es este campo?

Comencé a marearme, al parecer, venir sola no había sido muy buena idea.

Una imágen apareció ante mi como un destello.

Aquella chica de mis sueños, estaba conmigo, descansando en estos mismos prados mientras nos besábamos apasionadamente.

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