Capítulo uno

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       Baile clandestino 

La tarde se deslizaba entre las cortinas de mi habitación mientras me preparaba para la gala a la que mi padre insistió en que asistiera. Aunque mi armario rebosaba de vestidos de alta costura, la elección de la noche era crucial. Opté por un vestido elegante, un tapiz de encaje que se deslizaba con gracia alrededor de mi figura. Aunque mi reflejo en el espejo mostraba una imagen impecable, mi expresión revelaba una mezcla de resignación y determinación.

La limusina negra, un símbolo de la opulencia de mi familia, me esperaba afuera. El conductor, un hombre de confianza de mi padre, abrió la puerta con reverencia. Entré con gracia, aunque la frialdad de los asientos de cuero contrastaba con la calidez que anhelaba.

Papá y yo éramos los únicos que irían, pues Rafaella, mi madre estaba demasiado ocupada como para salir y mi hermano menor, Antony, no era capaz de salir a fiestas como esta.

El bullicio de la ciudad cedió paso al resplandor de la gala cuando la limusina se detuvo.

La alfombra roja se extendía como una lengua de fuego hacia la entrada, donde los fotógrafos esperaban ansiosos. Salí con una sonrisa que no alcanzaba mis ojos, mi paso elegante marcando un compás con el palpitar de mi corazón, que latía en desacuerdo con la música festiva que inundaba el aire, dejé a mi padre atrás pue sabía que él iba a estar muy ocupado esta noche.

Atravesé las puertas de la gala, donde la luz artificial era tan deslumbrante como la realidad que intentaba eclipsar.

Mi presencia, un espectáculo esperado pero no deseado, se sumía en la multitud. Mientras caminaba por el salón, me di cuenta de que la elegancia superficial de la gala era solo un telón de fondo para las intrigas y conspiraciones que se desarrollaban en las pasillos. Y yo, una pieza involuntaria en el juego de poder de mi familia, avanzaba con la determinación de enfrentar lo desconocido que se avecinaba en esa noche deslumbrante.

Ignacio, la personificación de la arrogancia, se movía con una confianza que parecía desafiar incluso las sombras que lo rodeaban. Desde el momento en que entró en la gala, su presencia era como una tormenta que amenazaba con romper la calma superficial. Observé desde lejos, mis ojos capturando cada gesto presumido y sonrisa autosuficiente.

Sus ojos, centelleando con un destello desafiante, barrían la habitación como si fuera su dominio. Cada palabra que pronunciaba estaba envuelta en una capa de seguridad, como si estuviera acostumbrado a que el mundo se inclinara ante él. Detestaba la manera en que su mera existencia parecía desafiar las reglas, como si estuviera por encima de todo y esa actitud desencadenaba un sentimiento de desdén en mi interior

Cada encuentro, cada interacción, solo servía para cimentar mi desagrado hacia él. Ignacio Ferraez, un recordatorio constante de los desafíos que la vida había decidido lanzarme. Aunque la noche escondía gran parte de mis emociones, no podía evitar sentir el fuego del desprecio ardiendo cada vez que su mirada altiva se posaba sobre mí.

Las luces tenues del balcón se filtraban entre las cortinas ondeantes, creando un escenario de sombras y misterio. Me dirigí a este en busca de un respiro del bullicio de la gala, mi vestido deslumbrante ondeando sutilmente. Mis ojos curiosos barrieron la oscuridad, y lo vi allí, en la penumbra: Ignacio.

Él, con un traje que resaltaba su elegancia y peligro, observaba la fiesta desde la distancia. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando nuestras miradas se cruzaron. Ignacio se adelantó con una sonrisa, y yo no pude evitar sentir un atisbo de reconocimiento.

—Vanessa, ¿verdad? Hija del astuto abogado de mi padre— dijo con confianza.

Asentí con solemnidad. —Ignacio, el hijo del hombre que hace que mi padre cierre tratos oscuros".

La tensión flotaba en el aire mientras intercambiábamos palabras afiladas en el balcón.

Nachito intentó cambiar la dinámica.

—No todos los negocios de mi padre son tan oscuros como parecen— desafió.

Con los ojos entrecerrados, respondí con frialdad, —No estoy aquí para discutir negocios-

Él extendió su mano, como una invitación a un baile clandestino en medio de la noche. Un susurro de curiosidad me impulsó a aceptar, y pronto nos encontramos bailando en el balcón, lejos de las miradas inquisitivas de la gala. La música de la ciudad, el susurro del viento y el latido apresurado de nuestros corazones se entrelazaron en un compás único.

Su arrogancia no se desvaneció, pero algo en su expresión revelaba un matiz de vulnerabilidad. Aun así, la batalla entre el desprecio y la intriga continuaba, dejando un rastro de complejidad en cada interacción con el hombre cuya presencia me hacía hervir por dentro.

Sus palabras, una mezcla de desafío y confesión, rompieron el silencio.

—¿Cómo puede algo tan magnético sentirse tan irresistible? — me dijo con una sonrisa que sugería complicidad y riesgo.

En ese momento, dejé de resistirme a la atracción magnética que existía entre nosotros.

—No me caes del todo bien, pero de alguna manera logras que mi curiosidad supere mi molestia. Pero no te emociones demasiado, todavía no te concedo el título de irresistible

—Quizás solo necesitas más persuasión.

Nos desafiamos con miradas intensas, la tensión crece, y la música suena de fondo, tejiendo su propio hechizo en este baile de emociones encontradas.

—Tal vez, pero aún no estoy convencida— una sonrisa de superioridad se formó en mi rostro.

Baile tras baile, nuestros cuerpos se movían en armonía en la penumbra del balcón. Ignacio y yo, dos almas destinadas a estar en lados opuestos, encontramos un refugio momentáneo en este baile clandestino. Sin embargo, en cada paso, persistía la conciencia de las barreras que la realidad imponía.

La noche avanzaba, y nuestro baile secreto llegó a su fin. Ignacio, con una inclinación respetuosa, se despidió con la promesa de un encuentro futuro.

 —Hasta pronto, Vanessa. Este no será nuestro último baile

Y claro que no lo iba a ser pues nuestros padres en unos minutos nos darían una noticia que cambiaría el rumbo de nuestras vidas.

Quedé sola en el balcón, envuelta en la brisa, con la certeza de que este baile había marcado el inicio de una conexión complicada que resonaría en nuestras vidas entrelazadas.

En ese instante, en el balcón, se estableció una conexión tensa y compleja entre dos almas atrapadas en un baile de desconfianza y secretos.

LA GAMAWhere stories live. Discover now