★! TW: contiene celos, sexo, posesividad y kinks, leer bajo su propio responsabilidad.
—Cariño, ya dije que lo siento...
—¡No, no lo sientes! ¿Crees que no te veo cruzando los dedos, Sergio? Hay un espejo detrás tuyo. —Max rodó los ojos cuando lo vio deshacer el gesto. Le dedicó ojitos de perrito y un puchero. —No me vas a convencer. Es la tercera vez que asustas a Oscar. El chico casi se mea encima cuando me vio, ¿y sabes qué dijo? "Perdoname Max, me da mucho miedo tu novio. Mejor hablemos por mensaje." ¡Sergio, es mi compañero!
Sergio le vio dar pisotones en su lugar y mirarle enojado. Max enojado era bastante sexy, la verdad. Pero no era el momento. Se acercó con cuidado porque su novio en ese estado era bastante capaz de morderle el pene. Tanteando terreno, envolvió sus fuertes brazos en la cintura del castaño y cuando Max se relajó en su pecho, le dio un beso corto en la cabellera y apretó gentilmente la piel.
El rubio alzó su cabeza y soltó un suspiro cansado. Sergio era un novio de ensueño, el hombre perfecto y el esposo que deseaba desde niño para su futuro pero tenía un defecto que ya no podía ignorar. Se ponía celoso con bastante facilidad. No hacía falta que el hombre con el que Max hablara fuera atractivo o remotamente de su gusto, si el tipo coqueteaba, Sergio estaría detrás suyo con los puños apretados y la mirada de un lobo listo para destripar lo que estuviera a su alcance. El problema era que, Oscar no había coqueteado con él, el dulce chico era solo coqueto por naturaleza. Sus sonrisas ladeadas y apodos cariñosos eran para todos, pero eso a Sergio Celosito Michel Perez no le interesaba.
—Perdón.
—No lo dices en serio.
—Es que Maxie... —Volvió a hacer un puchero. —Oscar te sigue llamando "amor" y eso no me gusta porque tú eres MI amor.
Algo en el estómago de Max se apretó, complacido por la posesividad de Sergio y casi se rinde ante su novio, pero se mantuvo firme con la poca convicción que le quedaba.
—Porque está acostumbrado a tratar así a todos.
—Cuando me lo presentaste no me dijo nada parecido.
—Lo estabas mirando como si quisieras lanzarlo del balcón.
Sergio ladeó la cabeza confundido.
—¿Yo hice eso? —Max asintió y enumeró todas las veces que había amenazado con solo los ojos a varios de sus conocidos. —En mi defensa, tengo una cara de matón de nacimiento.
El rubio respiró profundo. —Sergio, bien, lo entiendo. Digamos que fue pura casualidad. ¿Me prometes que no pasará de nuevo?
El pelinegro dudó por un momento pero observando lo ilusionado que le esperaba Max, movió la cabeza de arriba hacia abajo. Su novio se acercó con una gran sonrisa y saltó a sus brazos, Sergio lo tomó de la nuca con una mano y empujó, besándolo profundo. Amaba la calidez de la boca de Max.