¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"La Historia de 𝐕𝐢𝐨𝐥𝐞𝐭"
—¿Qué recuerdas de ese día? —Lo único que recuerdo es cómo él le pegaba a mi madre, no paró hasta... —no pudo evitar llorar— matarla. Y lo único que pude hacer fue salir corriendo —se detuvo— Soy tan estúpida que ni siquiera tuve el valor de llamar a la policía.
—No eres estúpida, cariño. Est... —fue interrumpida por Violet— —Deja de mentir, es obvio que podía hacer algo... —A punto de volver a llorar— —Solo tenías 10 años, cariño... —Tenía el maldito celular en la mano, y en vez de llamar a la policía, corrí. Soy tan tonta que no sé por qué corrí en vez de salvarla...
— ¿Por qué le dices "él" y no papá? —William no se merece que le llame padre, él la mató... ya me quiero ir —dijo levantándose—. —Cariño, vamos, apenas y duramos 7 minutos —intentando detenerla—. —Doctora Amelia, deje de llamarme cariño.
Dijo para irse, cuando llegó afuera, la primera persona que vio fue a Owen, quien caminaba de un lado a otro preocupado hasta que vio a Violet y se acercó a decirle
—Y ¿cómo te fue? — preocupado — —No quiero hablar de eso, Owen — abriendo el coche para subirse —
Mientras Owen conducía en un incómodo silencio, decidió hablar
—Me dijo Amelia que no te gusta hablar de él. —Es... incómodo hablar de él... —dijo viendo la ventana delantera—. —Siempre duras menos de 10 minutos. —Lo sé.
Owen y Violet no hablaron hasta que a Owen se le ocurrió la grandiosa idea
—¿Qué tal si vamos a verlas?
Violet cambió su cara de tristeza por una sonrisa, a lo que Owen supuso que su respuesta era un sí
En el lugar, lo único que Violet vio fue cómo corría un cerdito para salvarse
Y vio cómo cuatro velocirraptores llegaron
—Aquí arriba —dijo Owen refiriéndose a los velocirraptores—, Blue, BLUE, cálmate y no me pongas esa cara.
Violet solo sonreía, le gustaban mucho los velocirraptores
—Bien —moviéndose—, alto —hizo una señal para darles de comer—. —Son muy bonitas, ¿no crees? —dijo lanzándoles comida—. —Ajá, hasta que te comen la mano —dijo riendo—
