Melody searchers |YeonKai|

The lost melody

Choi Yeonjun se conocía bastante bien; podía identificar sus cualidades para sacarlas a relucir sin problema alguno, aunque, de la misma manera, estaba consciente de aspectos negativos los cuales mantenía bajo control en la medida de lo posible. Tenía noción de que era un sujeto desconfiado, alguien que necesitaba: argumentos, pruebas, aclaraciones, y comprobaciones de cualquier tipo de asunto, pero no se imaginó jamás el grado de escándalo que armaría cuando Huening Kai le dijo que un don nadie, salido de quién sabe dónde, lo había citado para conversar. A parte, resultaba que este nuevo personaje estaba al tanto de la habilidad del rubio, lo que le indignó en mayor medida.

"¡¿Soy el único idiota que no sabía sobre poderes sobrenaturales?!", se quejó por sus adentros.

Era demasiado sospechoso, y Kai era demasiado inocente.

—Puede ser que tenga datos útiles sobre mi habilidad —argumentaba el menor en un intento de aminorar el enojo de Yeonjun.

—O puede que tenga malas intenciones —terco hasta el final, mantenía su postura, negando que fuera correcto que se conocieran—. He visto suficientes películas como para saber que existen locos que experimentan de formas horribles con personas con poderes.

—Eso es ficción... —Kai estaba un poco aturdido por lo infantil que se estaba mostrando. No era como si le molestara, pero desde el primer día había expuesto suma sensatez.

—Hyuka, debes ver con más malicia al mundo, o, sino, los demás se aprovecharán de tu buena voluntad —quería evitar sonar despiadado, pero estaba rozando la desesperación. Su boca soltaba lo que fuera con tal de evitar que algo malo le pasara.

El menor quiso rebatir. Había verdad en su postura, sin embargo, cada parte de su ser le indicaba que no estaba equivocado en confiar. Mínimo darle a la gente el beneficio de la duda. Su personalidad le impedía juzgar por la portada, y mientras se daba la oportunidad de averiguar a qué se enfrentaba, valorar con negatividad le parecía desagradable, fuera cual fuera la situación.

De un momento a otro, se percató de algo: Yeonjun lo había llamado Hyuka. Por un segundo tuvo la necesidad de volver a escuchar el apodo para cerciorarse de que realmente se dirigiera a él de ese modo. Su alegría se había disparado dado al gesto. Eso significaba que estaba más cómodo en su compañía, ¿no? La posibilidad de entablar una amistad con el contrario hizo que sus latidos se aceleraran. Desde el comienzo se había ilusionado con esa posibilidad, y no solo porque había sido alguien solitario a partir de la amnesia, también porque había quedado totalmente embelesado por el color de la melodía que desprendía. Traducir las varias sensaciones que había vivido cuando fue espectador de su aura era casi imposible, pero, en resumidas cuentas, supo que se trataba de una persona única, noble, y firme. Poseedor de características de las cuales él carecía, y, por lo mismo, que admiraba.

En otras circunstancias le sería difícil creer que pudiera acercarse y convivir con alguien con esa carismática presencia. Eran demasiado opuestos.

—Sé que estás preocupado por mi —no se lo iba a comentar, pero, de la nada, Kai había podido ver la melodía de Yeonjun. Esta se notaba inquieta, con su coloración habitual, aunque tornándose un tanto turbia. ¿Acaso podía comprender el estado de ánimo gracias a ella? No sabía que era capaz de eso. Tal vez estaba afinando su percepción, o tal vez estaba descubriendo un nuevo segmento de su habilidad.

Yeonjun, mientras, intentaba ocultar su intranquilidad: se mantenía de brazos cruzados, con el ceño fruncido, y con la mirada seria cual profesor que evalúa a sus alumnos.

"Y bien, ¿de dónde proviene tanto enojo? ¿Hace un par de días estabas tachándolo de mentiroso embustero y ahora tienes estas exasperadas ganas de protegerlo?". El joven analizaba por sus adentros, como de costumbre. Pero, muy en el fondo, existía una conjetura que amenazaba con aparecer: ¿estaría celoso porque otro pudiera ser de mayor ayuda para Huening Kai? Cualquier indicio de que algo similar a los celos se asomara, le provocaba escalofríos, así que, por supuesto, hizo de todo para enterrar esa idea.