The golden melody

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Huening Kai estaba bastante impaciente desde que recibió un mensaje por parte de Yeonjun: fichas de integrantes de la empresa que estaban investigando. Eran importantes, de inmediato las anexó en las carpetas que habían creado para almacenar información, como también las imprimió y guardó en un portafolio. Hizo caso de lo que el mayor dijo sobre esperarlo para que profundizaran estando los dos presentes, pero, extrañamente, no había llegado aún al departamento. Y no era que estuviera reprochando su atraso, sino que exactamente eso era lo raro: jamás era impuntual. Sabía que podía ser por varias posibles situaciones, pero estaba seguro de que le hubiera avisado. No era propio de Yeonjun, y eso alertó al rubio.

De pronto, una oleada de miedo comenzó a nublarle la razón. En cualquier otro momento, no sería difícil sostener la calma, pero había algo que le desesperaba. Mantenerse en la incertidumbre no hacía más que preocuparlo. Aparte, podía hilar los recientes acontecimientos y cada señal era negativa. ¿Qué debía hacer? Sin noción de lo que realmente había pasado sus opciones eran limitadas, pero no pensaba quedarse de brazos cruzados. Desafortunadamente, la ansiedad le estaba pasando factura, llegaron a él pensamientos de los peores escenarios, y por más que trató de tranquilizarse, el temblor de su cuerpo y la respiración errática no cesaban.

"Si le pasa algo, es por tú culpa", las acusaciones atacaban su mente.

A malas penas conseguía manipular su celular para llamarlo; lo había atestado de mensajes, más ninguno llegaba a su destino. Tuvo que estrechar fuertemente el teléfono para que no se le cayera.

Después de sobrepensar durante unos eternos minutos, concretó la posibilidad de comunicarse con Taehyun. Con torpeza pudo dar con su número. Normalmente se mandaban mensajes en las noches, cuando la joven celebridad estaba menos ocupada, pero, en realidad, nunca atendía a las llamadas. Las probabilidades de que le contestara eran mínimas, aun así, Huening reunió cualquier rastro de esperanza, deseando de que pudiera ayudarlo.

El aparato comenzó a sonar, una, dos, tres veces... A Kai se le estaba derrumbando el mundo encima.

—No quiero ser grosero, pero justo ahora estoy en el estudio y no puedo hablar.

—¡Taehyun, espera! ¡Por favor! —fue lo que consiguió vociferar en medio de la angustia. Tenía que evitar que la llamada se cortara.

—¿Huening, qué pasa? —el muchacho percibió de inmediato la alteración del rubio, y, conociéndolo, debía estar involucrado en una grave situación para que se escuchara así de aterrado.

—¡Es Yeonjun! No ha llegado a casa, y estoy seguro que algo le sucedió. No se ha contactado.

—¡Hey! Respira profundamente —sin siquiera verlo podía asegurar de que estaba en pésimo estado. La manera errática en cómo hablaba, y escucharlo hiperventilando, le dejaba en claro que estaba en su límite. Si continuaba de esa manera, cabía el riesgo de que se desvaneciera—. Cuéntame, así podemos averiguar cómo solucionar el problema.

—No estoy seguro... —en la medida de lo posible, acató las indicaciones: tragó saliva con trabajo, después intentó retomar el control de sus pulsaciones—. Siento que me ha estado omitiendo información, porque hace unas horas me envió datos relevantes de Choi Beomgyu. Desconozco cómo los consiguió, pero es demasiada coincidencia que desaparezca después de eso.

Taehyun aguantó las ganas de soltar maldiciones. Él les había advertido, les había dicho claramente que estaban jugando con fuego, o con algo mucho peor. El trauma que vivió a causa de aquella deplorable persona lo estaba arrinconando, quiso ponerle fin a esa caótica plática antes de que estuviera involucrado una vez más... Nadie podía culparlo por ese acto de cobardía después de todo lo que vivió. Pero Taehyun sintió en carne propia el pánico de Huening Kai, el pánico por saber que su brújula estaba en peligro.

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