CAPÍTULO 7: LA PLANEACIÓN

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—Me parece una idea de mierda —me dice Gabi en la mesa de reuniones— Ya era una mierda desde la idea de asaltar el bote de Aleta Segura; ahora le sumaste a la ecuación el mutez gigante, lo que convierte tu plan en una idea de mierda al cuadrado, como mínimo.

Todos asienten en la mesa y me miran fijamente, esperando mi respuesta.

—Me podrían dejar terminar la idea, por favor. Aún no la desarrollé del todo y ya me están juzgando.

—Tiene razón —dice Juan— Es mejor que termine de hablar y así lo juzgamos y nos reímos de él por completo.

Todos asienten la cabeza y dicen:

—Sí, sí, déjenlo que siga diciendo estupideces.

—Bueno, al menos me van a escuchar —pienso.

—Está bien, pongan atención. El mutez gigante, o como me gusta llamarlo "Venganza Dorada", es un pez pirayú. Lo sé porque antes solía pescar ese tipo de peces con papá. El tema es que ahora evolucionó en ese monstruo gigante y se convirtió en el mutez más grande y violento que he visto hasta ahora. ¿Escucharon los relatos, verdad? Venganza Dorada destruyó 5 botes de un golpe y mató a 10 pescadores en menos de 1 minuto. Ese mutez es poderoso.

—Si es tan poderoso, entonces, ¿no es imposible controlarlo y hacer que justo ataque donde queremos? —pregunta Rubén, tan negativo como siempre.

—Con papá —le respondo— Teníamos una técnica para hacer que los pirayú se movieran donde queríamos.

—¿Y cuál es? —pregunta Gabi.

Y me doy cuenta que todos empiezan a mirarme de otra forma, una forma más seria.

—Tocábamos una música con la flauta para atraerlo; luego, le dábamos una pequeña rebanada de comida y el pirayú nos seguía hasta que se llenaba o hasta que le lanzábamos la red, lo que sucediera primero.

—¿Y qué le vamos a dar de comer? —pregunta Gabi.

—A lo mejor podemos traer un vagabundo de la superficie. A nadie les importa y normalmente mueren de hambre o enfermos en las calles, y al final los tiran por la cloaca. O sea que sí o sí terminará por aquí. Lo único que haremos será acelerar el proceso —dice Juan.

—¡Claro que no! —le respondo con mucha furia a mi hermano— Imagínate que el vagabundo está muy enfermo, entonces su carne seguramente va a saber horrible. Si le lanzamos eso al pirayú y no le gusta, entonces huirá y nunca más va a volver.

Todos asienten y se quedan pensando.

—¿Y si compramos carnaza de primera? —digo, proponiendo la primera idea que se me vino a la cabeza.

—¿Con qué plata? —pregunta Rubén.

—Todos podemos ahorrar y comprar suficiente para que el pirayú pique —responde Gabi.

—Puede ser —le respondo— Pero vamos a tardar unas semanas y buenas propinas en tener toda la plata.

—Es buen tiempo —dice Juan— Mientras, podemos seguir planeando el resto de los preparativos.

En ese momento, caigo en cuenta que todos están prestando atención al plan y parece que la idea les está empezando a gustar.

—Okey, antes de seguir con los otros detalles —digo— Debemos dejar en claro quién va a ser nuestra víctima.

—El banco regional —sugiere Gabi.

Juan le responde que a veces los bancos envían poca plata a los botes blindados porque sólo están siguiendo un cronograma. O sea que no es 100% fiable que los bancos den toneladas de dinero a un bote blindado; capaz hacemos todo el plan y solo llevamos unos pocos millones.

Rescatando a Paraguay?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora