❖1❖

974 66 51
                                    

Fue un día realmente agotador para este chico de cabellos índigo, cuyos párpados semiabiertos luchaban por no caer en el sueño.

También lo invadía un fuerte dolor de cabeza, un perfecto día para desaparecer de la faz de la tierra, solo le faltaba una buena excusa.

Además de hacer una prueba final de física y química EL MISMO DÍA y volver a discutir con su madre por la misma estupidez de siempre, tuvo que asistir al evento escolar más aburrido del año, estuvo a punto de dormirse tres veces por culpa de los estudiantes que pasaban a hablar sin conocer las reglas generales de usar un micrófono, pues no se entendía nada de lo que decían, y menos desde el lugar tan lejano en el que se encontraba el azabache.

En fin, una mañana deplorable, lo único bueno es que solo faltaban dos días para que las clases acabaran, terminando el primer trimestre hacia las vacaciones de verano.

Por fortuna, a una temprana edad vio la oportunidad y se abalanzó sobre esta para vivir solo, en un apartamento pagado por su madre y elegido por él. Era lo único que podía hacer ésta al nunca encontrarse en casa, y esa era una de las razones de sus tantas discusiones.

Nada mejoraría ese día, ni siquiera su té amargo favorito, solo quería llegar, tirarse sobre su cama y cerrar los ojos, sentía que podía dormir hasta el día siguiente.

De repente, por unos segundos un sonido áspero, similar a cuando algo se cae, le llamó la atención, pero al poco tiempo de no escucharlo más, decidió ignorarlo y seguir su camino, tal vez por el cansancio empezaba escuchar cosas

No fue mucho que volvió a escuchar ese ruido, justo cuando pasaba frente a un oscuro callejón. Su atención se desvió por un instante y quedó mirando la oscuridad como si esperara que apareciera algo, pero no tenía tanta suerte, no estaba en una novela o algo así, lo único y más relevante que podría encontrar sería un grupo de mapaches asaltando un cuerpo, pero ni ahí...

Recordó, en su falsa esperanza, una historia qua su tía le contaba cuando era un niño. Era, más que una historia, una especie de leyenda: todo comenzaba en una pequeña isla viviente en el medio del océano, esta isla no estaba viva, sino que siempre estaba en movimiento, de un lado a otro, llegando a veces a orillas de tierras continentales y recogiendo más visitantes. En esa isla habitaba la especie mas rara conocida por el hombre, se los conocía como "haibiritos", del japonés haiburiddo (ハイブリッド -híbrido-) . Básicamente, todo tipos de animales comúnes que, sin embargo, podían adoptar con facilidad y a gusto una forma humana. La tía Makoto le contaba con seguridad y emoción que esa isla existía y que ahora mismo probablemente estaba cruzando los océanos para dirigirse Japón. No está de más aclarar que también lo usaba como forma de amenaza cuando no quería hacer lo que le decían "Muy bien, ya es hora de dormir... Sino el monstruo haibirito vendrá a jalarte las sábanas..."

Esa historia siempre le llamó la atención, siempre se ha preguntado de dónde la sacó, su tía no tenía suficiente imaginación como para crear una historia tan completa, o eso creía... Aunque, si lo piensa con detenimiento ahora, puede encontrar algunas fallas. Como: ¿Cómo es posible que una isla flote por el océano sin hundirse o colapsar al llegar a tierra? o si realmente existe ¿cómo es que aún no hay información sobre ella en internet, con lo avanzado en tecnología que está todo...?

En fin, no sabe porqué de repente recordó ese viejo cuento, de verdad el cansancio le estaba afectando.

Llegó a su casa y se tiró en la cama ni bien cerró la puerta principal. Apenas chocó su cabeza contra la almohada calló en un profundo sueño...

∙∙·▫▫ᵒᴼᵒ▫ₒₒ▫ᵒᴼᵒ▫ₒₒ▫ᵒᴼᵒ

- Kuni... - se escuchó una voz suave que resonó en el espacio como si estuviera en el precipicio de un gran acantilado, sin embargo, no lograba ver nada más que oscuridad

Dos gatos y un ratón ❖❀☪ HeikazuscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora