El inicio -P4

1 0 0
                                    

Narra Delora

Llevo mis ataques al cuerpo llevando a cabo mis entrenamientos. Corro varios kilómetros con la intención de sacarme de la cabeza esa sensación de acoso constante, sigo con la espada que hace sangras mis manos, manos que pronto tendrán sangre real.

Llevo al suelo el cuerpo que se acercaba a mis espaldas, busco su mirada la cual me causa risa, ya que es el mismísimo heredero de la ciudadela.

— Wow— dice viendo con ojos sorprendidos, llenos de intriga que me llenan de comezón el estómago de mi ganador.

— ¿Qué hace tan largo su alteza?

Me pongo de pie apreciando la altura que me presenta, ciertamente no me sorprende, igual a la de Kalmo, espero con paciencia su hablar, sin embargo, me jala de mi muñeca atrapando mi cintura la cual se estremece por el frio tacto. Todos los portadores de luz son así.

— ¿Por qué siempre están tan fríos? – Retiro su mano alejándome con claro rechazo.

— Por la misma razón que los demonios son tan calientes— me mira con expresión seductora.

Me giro para irme, ya que no debería estar hablando con este hombre, los portadores de luces son peligrosos y más cuando su reino nos declaró la guerra. Lo siento a mi espalda hasta el punto que toma mi cuello, cerrando la puerta que me deja de nuevo a solas con Einar. Que susurra cumplidos, agrandando mi orgullo.

— El olor de tú oscuridad me emociona.

— ¡Aléjate Einar! – su respiración eriza la piel de mi cuello, generando que se libere el sonido que le da libertad a su boca para besar mi cuello.

— ¡Delora! – mi nombre es proclamado a mis espaldas por mi hermano mayor.

Giro encontrando la sonrisa ladeada de Kalmo y una mirada burlona. Kalmo se aproxima generándome temor, alza sus palmas tomándome las mejillas, las cuales tiemplan de nuevo por el tacto tan caliente que reciben.

— Largo – me basta con esa palabra para correr a la puerta, con lo último que escucho son sus nombres.

— Kalmo—

— Einar—

Narra Kalmo.

Me divierto en la oscuridad viendo como mi hermana sede tan débilmente ante el asqueroso toque de la luz. Si el pretende conquistar a un demonio tendrá que infligirle más temor que él mío. Rio ante los trucos tan sucios que usa, por lo visto tendré que usar los mismos para tener a Zherezade.

— ¿Mi hermana es parte? — finjo ser tonto, para ver si me miente.

— Para nada –

Me giro, en busca de la lilipenda de mi hermana, escucho el portal que se abre para Einar, este Rey de pacotilla cree que no sé qué busca a mi hermana para que ella misma me traicione. Apenes termine esta cortina que llamo guerra vendrá a pedirme la bendición y será cuando tendré a Zherezade ante mi poder. Que mi hermana me traicione es una de las ultimas cosas que me importan y por ello entro a su alcoba.

— Tracción— me siento ante ella viéndola con aburrimiento. – ¿Eres cociente?

La veo temblar ante mi mirada, orgulleciendo mi corazón, los años de esfuerzo valieron la pena, este mismo temor lo posee mi padre y lo tuvo mi madre. Ella me baja la mirada, dejándome en claro que no sabe que decir, ya sabía muy bien que el vendría a verla, por ello mando a su bruja favorita, para retenerme y tener tiempo de poner esa carta en el cinturón de mi hermana, la cual no se ha dado cuenta de su existencia. Me aproximo a ella que se aleja, jalo su cinturón tomado la carta, el olor a luz es tan asqueroso, la carta se encuentra tan fría como todo lo que proviene de la ciudadela, ya que, poseen uno de los climas más sofocante que existen al igual que todo el lado sur.

—Por lo visto pronto, tendremos una boda— tiro la carta, saliendo del lugar.

En la carta había dos cosas la primera era un día y hora, luego una charlatanería llena de romance y asquerosos proposiciones.

— ¿Tendré que hacerle cartas?

— ¿A quién? – el susto arremete con fuerza dejándome helado ante la voz de mi padre que se encuentra en uno de sus momentos sanos, me mira en busca de la respuesta, pero prefiero desviar su atención con los ataques que me dio mi bruja.

— Tengo información de sus ataques— se emociona buscando el papel que mi mano le entrega con rapidez, me sorprende que no me pregunte de donde lo saque, me deja solo en el pasillo permitiéndome volver a mi discusión interior.

Mi oscuridad me dice que no sea patético, pero mi otro lado me pide que lo haga, entonces busco algunas hojas, pero que le escribo. Quedo en blanco justo cuando tomo la pluma, dejándome con enojo.

— Tan difícil— digo viendo la misera oración que escribí.

— Querida Zherezade...— busco otras palabras, pero simplemente no salen. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Extras de los mundos perversos 2 (ColapsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora