El clon de Marga se encontraba flotando, sumergida en un líquido denso y conectada por numerosos cables que transmitían corriente alterna a todo el aparato, la cual a cierta frecuencia aumentaba la tasa de mitosis de las células madre, acelerando el proceso de duplicación.
La mujer chasqueaba los dedos ansiosamente. Su incomparable genio la orilló a vivir aislada de la sociedad. Desde pequeña fue escondida por su familia para evitar que opaque al asno de su hermano primogénito. En su encierro se dedicó por años a consumir la voluptuosa reserva de libros que la biblioteca familiar proveía; una estructura enorme, atormentada por los años, frecuentada únicamente por ella, la cual fue capaz de desglosar cada libro, uno a uno velozmente, durante varios lustros. Allí aprendió cultura, idiomas, tecnología, biología, ciencias sociales, filosofía, y sobretodo, ciencias oscuras.
La soledad formó en ella gustos extravagantes, acompañados de un rencor profundó hacia las personas. Su injusto encierro dejó secuelas en ella, era capaz de fugarse, pero le aterraba la idea, por lo que decidió descargar su ira en un ser artificial que no contara con la capacidad física que le permitiera defenderse ante el sometimiento. Crearía una persona desde la nada, se usaría a sí misma como modelo pues anhelaba conocer su propio rostro.
Volviendo al presente, el deseo era incontrolable, cualquier fracción de tiempo le parecía innegociable. Ordenó a la máquina descargar más corriente sobre la chica. El laboratorio zumbaba con la intensificación de la corriente, y el clon de Marga se contorsionaba en la mezcla de líquidos que la sostenía. Su piel, ya pálida, tomaba tonalidades anómalas bajo la influencia de las fuerzas que la rodeaban.
Marga, la mente maestra, observaba con ojos ávidos la escena, completamente absorbida por el proceso que ella misma había desatado. En su afán por crear una versión inferior de sí misma, no se percató de los bajones de tensión que acechaban en el laboratorio.
De repente, la máquina emitió un zumbido discordante, y las luces parpadearon antes de extinguirse. Un silencio tenso llenó la habitación. Marga, temiendo lo peor, corrió hacia la máquina, pero ya era tarde. La sala quedó sumida en la oscuridad, y la figura del clon flotaba inerte en su tanque.
Desesperada, Marga intentó restaurar la energía, pero la máquina se resistía. Los bajones de tensión, antes solo sugerencias de un mal funcionamiento, volvieron con el sonido de la corriente residual.
En la penumbra, Marga luchó por restablecer la energía, pero la máquina estaba más allá de su control. De repente, una descarga final iluminó la sala, y Marga se vio envuelta en un destello que la desvaneció.
Unas horas después del incidente, su doble la despertó, esta le había robado su ropa.
Marga, enfrentándose a su propia creación truncada, se vio envuelta en una pesadilla. Aquel ser artificial, carente de identidad propia, se volvía ahora un reflejo de la situación que había planeado. La genialidad de Marga se tornaba en su contra, y su soledad, antes aliada, la abandonaba en la penumbra de un laboratorio desvanecido.
Su mente se encontraba nublada, estaba carente de fuerzas mientras su clon se acercaba a ella. Sintióse muy débil como para oponerse; fue sometida por su doble a los actos sádicos que ella misma deseaba llevar a cabo en su clon.
En un suspiro tenso, el elástico de su ropa interior fue sometido a un esfuerzo titánico, estirándose con una fuerza que parecía desafiar las leyes de la física. Fue como si el tejido en su totalidad se resistiera, cada hilo oponiéndose con tenacidad al inminente destino de ser estirado sobre su cabeza.
La goma se enredó sin piedad en el cabello de Marga, convirtiendo el simple acto de intentar liberarse en una tortura centralizada en su espalda baja. Su manos, ansiosas y temblorosas, se sumieron en el conflicto, tratando de doblegar la tela, una voluntad retorcida que se oponía a ceder.
Cada momento se volvía una agonía prolongada. Sentía la presión de la tela en su piel, una sensación incómoda que iba más allá de lo físico, penetrando en las fibras mismas de su dignidad. El roce áspero de la ropa interior era un elemento constante de su agonía, que rememoraba su paso dejando una huella en la piel de la chica.
La escena se desenvolvía lentamente, como un drama tortuoso, el cuerpo de Marga ardía no solo por el esfuerzo desgarrador de liberarse, sino también por las secuelas que se acumulaban con cada intento fallido. Era un calvario, una experiencia que se grabaría a fuego en su integridad, mucho después de que la ropa interior finalmente cediera ante la fuerza implacable.
Marga, exhausta y humillada, finalmente se liberó de la tensión de la ropa interior. Su doble la observaba con frialdad. La sala de laboratorio se sumía en un silencio roto únicamente por la pesada respiración de Marga. La cual liberó las siguientes palabras:
"Mira con atención, clon. No eres más que una versión inferior de mí misma, creada para sufrir las consecuencias de mis oscuros deseos. Deja de infligir dolor, pues tu existencia está marcada por la inferioridad. ¡Detente ahora!"
La supuesta clon rió con desdén y dijo, "¿Crees que eres la original? Qué ilusa. Pregúntate a ti misma, "Marga", cuánto realmente recuerdas de tu vida."
"Marga", aturdida por la revelación de su presunta doble, se vio sumergida en la incertidumbre. La oscuridad del laboratorio reflejaba la confusión en sus ojos, mientras las palabras de su otra "yo" resonaban en la penumbra. La certeza de su propia identidad se desvanecía como las luces del laboratorio, dejándola perdida en un abismo de dudas.
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1001 Cuentos de Wedgie
Historia CortaHistorias cortas e individuales cuyo eje principal es el calzón chino.