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Los periódicos anuncian la desgracia del edificio principal, donde varios políticos y adultos de alta alcurnia, han fallecido. La causa es aún desconocida, parece que les han quitado hasta la mínima gota de sangre de su sistema. Las expresiones de horror son lo que llama más la atención.

JongDae camina por las calles de la aldea, lee las noticias y se ríe por las ocurrencias de los humanos. Quiere llegar a la parte más importante, pero también, quiere saber qué tanto dicen de esos asquerosos hombres. Su vestimenta del día es un poco más casual, solo lleva un conjunto negro con una playera hueso debajo, sus estiladas piernas danzan a cada paso que da, es saludado por su gente y este los ignora olímpicamente. Sus ojos siguen las líneas de la historia que cuentan en el periódico.

Al fin llega a la parte interesante, los infantes han sido reubicados con sus familias, algunos quedaron huérfanos y fueron entregados a varios orfanatos. Muchos de esos infantes eran buscados desesperadamente por sus padres. Gracias a ellos, ninguno fue tocado.

Terminando de leer la nota, JongDae enrolla el papel, juega con el rollo mientras sus pies lo llevan hasta la casona donde SeHun, JunMyeon y él residen. Los demás siguen mostrando su respeto y JongDae no responde, su paso es firme hasta abrir la puerta principal.

Dentro, la decoración exagerada le da la bienvenida, no detiene su paso, esta vez su objetivo es llegar hasta la sala de estar. En los sillones rústicos e individuales, SeHun está sentado y cruzado de piernas, sostiene con elegancia un periódico similar al que lleva JongDae. Parece que su líder no conoce otros colores, siempre viste de negro. En otro de los sillones, JunMyeon descansa desparramado con los ojos cerrados, tiene las manos cruzadas a la altura de su estómago y parece que está durmiendo.

Sin molestar a ninguno de los dos, JongDae se deja caer en el tercer sillón individual, desenrolla el periódico y se dedica a ver otras noticias.

—¿Qué han dicho acerca de los infantes?

A pesar de tener el mismo periódico, parece que SeHun no ha leído esa parte. JongDae se prepara para responder.

—Algunos han sido devueltos a sus padre y otros, fueron enviados a los orfanatos.

—¿Menciona qué orfanatos? —JongDae pucherea y niega al mismo tiempo. Abre el periódico en la nota, repasa rápidamente y le da una respuesta negativa a su líder—, estoy seguro que son orfanatos normales.

—¿En qué mundo existen de esos? —JunMyeon se une a la plática sin moverse ni un milímetro—, donde sea que manden a esos niños, ellos buscarán a aquellos que se adapten a sus reglas.

SeHun le da la razón, JongDae levanta sus hombros con desinterés. La sala se vuelve silenciosa, parece que disfrutan estar así, sin ningún externo que interrumpa su preciada paz. Es de día y a diferencia de los miles de mitos dichos a lo largo de los años, su raza no tiene problemas con la luz, aunque claro, existe sus excepciones. A JunMyeon le molesta la luz. Sus ojos arden cada que sale de la casona y la intensidad del sol da directo a sus orbes.

—¿No puedes mandar a colocar unas cortinas más gruesas? —el reproche llega con un quejido, JunMyeon ha movido una de sus manos hasta cubrir sus ojos con el dorso—, éstas dejan entrar demasiada luz.

—Por personas como tú, es que los humanos creen que nos desintegramos con el sol.

—No puedo mandar a poner otras cortinas —SeHun habla tranquilo, JunMyeon se queja una vez más—, JongDae, deja de molestar a JunMyeon. Te recuerdo que él es sensible a la luz.

—Sensible, mis huevos —JongDae suena molesto, SeHun deja de ver el periódico para dirigir su mirada al otro—, él hace todo el estereotipo que nos han puesto los humanos.

TEMPUS || [LayHo/ChenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora