Primer beso

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"Mierda" tapaste de inmediato tu boca. Usualmente tratabas de no decir malas palabras frente a Mychael. Él nunca parecía sorprenderse, pero aun así era tan dulce y amable siempre que te parecía fuera de lugar hablar así delante de él. Sin embargo, haber perdido la racha de buenas notas que tanto te costó fue lo suficiente para que olvidaras medir tu lenguaje. El solo rió con tu reacción.

"Lo estas haciendo muy bien, aprendes muy rápido". Acaricio tu cabeza recostada en sus piernas tratando de animarte, primero peino el cabello dejando al descubierto tu frente y luego con su dedo trazó suaves líneas desde tu entrecejo. El toque de inmediato te hizo sentir tranquilo, más liviano, como si flotaras en una nube rosa y drenara cualquier malestar en tu cabeza.

"Hhmm... deberíamos regresar ahora" Ya habías cerrado los ojos tentado a dormirse justo ahí. Pero tenía razón, el cielo comenzaba a teñirse de naranja, y, por lo que Mychael te había contado, no era buena idea estar afuera en el bosque tan tarde.

Se levantó sacudiendo unos cuantos pétalos y tierra de sus pantalones para después extenderle la mano. Ambos habían pasado la tarde en el lugar de las mariposas mientras te continuaba enseñando a usar la kalimba. Personalmente preferías recostarte y escucharlo tocar, pero después de que el dijera un comentario acerca de que también le gustaría que alguien tocara para él te decidiste a cumplir ese deseo. Tomaste su mano y con un pequeño tirón te ayudo a levantarte.

"¿Qué hay para la cena?" preguntaste empezando a saborear varias ideas de lo que podía preparar. Sin duda las habilidades culinarias de Mychael eran de las cosas que más disfrutabas cuando lo visitabas... después de su compañía, claro.

"Estaba pensando en usar el arroz que trajiste pero... aún no se con que acompañarlo ¿Alguna sugerencia?" Tus ojos brillaron ante el poder de elegir.

¿Papas horneadas con carne? No, eso no iba con el arroz... tal vez ¿Verduras salteadas? ¿Curry?... Definitivamente algo no seco era lo adecuado. Seguiste rebuscando en los recuerdos de tus papilas gustativas hasta que finalmente te decidiste.

"¿Recuerdas ese platillo que preparaste con varios tipos de hongos y esa salsa espesa?" Mychael lo pensó un poco y luego asintió. "Suena perfecto".

En cuanto llegaron a la cabaña se dirigieron a la cocina. Le ayudaste en todo lo que pudiste para terminar lo más pronto posible. Cocinar junto a él se sentía como si estuvieras en casa. Era una linda sensación de felicidad hogareña que muy pocas veces habías podido sentir en el lugar donde vives, pero con Mychael, era muy fácil encontrar ese sentimiento.

"Ahh me siento tan bendecido de tener un novio que cocina" suspiraste completamente satisfecho. La comida había sido más que deliciosa. Antes de conocerlo no te habrías considerado un entusiasta de los hongos como alimento, pero después de probar las maravillas que podía crear Mychael te arrepentirás de no incluirlos en tu dieta.

Mientras limpiabas los restos de comida de tus labios con una servilleta, Mychael trataba de esconder su vergüenza tras su plato vacío. Aun después de semanas siendo oficialmente novios, que usaras ese término provocaba que la punta de sus orejas se pintaran de azul y tartamudeaba. Y por esa misma razón disfrutabas tanto llamándolo así en cuanto notabas que bajaba la guardia.

"Y-yo estoy muy feliz de cocinar para ti" su cola moviéndose de un lado a otro reflejaba completamente su emoción. Te parecía muy lindo lo expresivo que podía llegar a ser todo su cuerpo. A veces lo comparabas con lo que habías aprendido del lenguaje corporal de tu difunto gato.

Le ayudaste a lavar los platos y, como siempre, trato de negarse bajo la excusa de que eras su invitado. El resto de la tarde retomaron las clases de kalimba dentro de casa, lograste terminar de forma decente una de las canciones y eso te hizo sentir lo suficientemente satisfecho por el día. Una vez oscureció por completo se prepararon para dormir.

Aprendiendo a no estar soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora