3. Adiós, San Francisco.

29 7 12
                                    

3. Adiós, San Francisco.

-Que susto. -dije mirando por la ventana.

-Ni que lo digas. -rio.

-¿Y ahora que?

-¿A que te referís? -me miro por un segundo y luego volvió su mirada a la carretera.

-¿Qué hacemos ahora?, ya escapamos, ahora, ¿Qué hacemos?, ¿A dónde vamos?

-Tranquila mi pequeña Rosseta, ya tengo todo planeado.

-¿A, si? -lo mire sin creerlo, el no es una persona organizada, y dudo mucho que lo sea en estos momentos.

-Llevo años queriendo viajar por el mundo, se podría decir que esto ya lo tengo planeado desde hace dos años.

-¡¿Dos años?!

-¿Qué te sorprende? -pregunto divertido.

-No sos la persona más organizada que conozco. -me cruce de brazos mientras lo miraba sin aun creérmelo.

El simplemente se puso a reír.

××××

De pronto, paro el carro en frente de un mecánico abandonado.

-¿Para que vinimos acá?

-Ya veras. -dijo bajando del auto.

Yo me quede adentro, no quería ir ahí ni aun que me pagaran.

¿Qué pasaba si había algún chespi?

𝑄𝑢𝑒 𝑒𝑥𝑎𝑔𝑒𝑟𝑎𝑑𝑎.

De pronto, la puerta del copiloto se abrió.

-Baja. -me exigió.

-Ni muerta.

-Dale, te prometo que no va a pasar nada malo.

-Así es como comienzan los documentales de crímenes, primero, la chica estúpida se escapa con el chico estúpido y luego este la lleva a un lugar abandonado para matarla.

-Tenes que dejar de ver esos documentales.

-Ni muerta.

-Baja.

-No.

-Baja.

-No.

-¡BAJAAA!

-¡NOOO!

Suspiro y cerro la puerta del carro.

Al parecer se rindió...
O eso pensé.

De nuevo, abrió la puerta del copiloto pero esta vez bruscamente-esta más que claro que el no es de esos chicos que aman su carro con toda su vida, o al menos eso demuestra-desabrocho mi cinturón rápidamente, luego me agarro del brazo logrando que saliera del coche.

-¡Puta madre Morgan!

-¡No te querías bajar!

-¡SON LAS 1 DE LA MAÑANA Y ESTAMOS EN PLENO LUGAR ABANDONADO EN DONDE PUEDE HABER UN CHESPI! ¡ESTUPIDO!

-¿Un que? -enarco una ceja. -Déjalo. -sacudió la cabeza. -Vamos. -me tomo de la mano y me arrastro hasta la entrada.

-Si pasa algo, todo es tu culpa.

-Si, como tu digas.

Abrió la puerta y entramos, apenas di un paso a dentro me quede boquiabierta, el lugar no parecía ni un poco abandonado, al contrario, parecía estar muy bien cuidado y decorado.
En las paredes habían posters de las bandas que le había enseñado a Morgan, y otras que conoció por si solo, también posters de películas y discos, en una esquina había un sofá enorme con una tele, en otro costado estaban los instrumentos de Morgan, tenia una mini cocina, y en el fondo había una cosa tapada con una manta negra.

Donde nos lleve el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora