III

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2021

La clase de Introducción a la Ingeniería estaba en pleno desarrollo y esperábamos a Melissa para formar nuestros equipos de trabajo. Melissa era otra de las conexiones que habíamos establecido gracias a un proyecto en grupo de una materia. Los tres nos llevábamos bien y siempre terminábamos juntos en cualquier trabajo grupal. 

La profesora indicó que la actividad debía hacerse en parejas y, en un instante, Emiliano se aferró a mí como una garrapata, haciendo muecas divertidas a Melissa, quien rodó los ojos mientras empezaba a discutir en broma con él.

—¡No, no! ¡Es de mi propiedad! —exclamó Emiliano, rodeándome con sus brazos como si fuéramos inseparables.

—¡Ah, por favor! déjame esta vez —dijo Melissa, bromeando mientras intentaba alejar a Emiliano de mí.

—Pero si somos un equipo invencible —respondí, jugando con la situación.

El debate en broma entre ellos dos era una constante y siempre resultaba entretenido. En medio de su "discusión", Emiliano utilizó su estrategia definitiva.

—Vamos, Mel. Dale la oportunidad a este pobre desamparado —bromeó, señalándose con dramatismo—. Si no, te haré cosquillas hasta que te rindas. ¿Recuerdas cómo te pusiste la última vez? 

—¡No, por favor, eso no! —exclamó Melissa en tono divertido, haciendo señales de paz—. Está bien, te doy una oportunidad.

Ella se dirigió hacia su "víctima" o, más bien dicho, su compañero de trabajo. Lo curioso fue ver cómo se acercaba al pupitre de la chica a la que recuerdo haberle entregado un lápiz tiempo atrás, con una sonrisa de complicidad y un gesto amistoso.

—¿No es esa la chica a la que le diste el lápiz? —comentó Emiliano, señalando discretamente hacia Isabella.

Asentí, con sorpresa de que Melissa se hubiera acercado a ella. Era interesante ver cómo las conexiones se formaban de manera inesperada, además de notar que ambas encajaban muy bien por diferentes aspectos que podía notar a simple ojo.  

Las clases transcurrieron como de costumbre, y al finalizar la última, seguimos con nuestra tradición de quedarnos un rato más, charlando o comiendo cualquier cosa. Lo que resultó curioso fue ver que había una incorporación nueva en nuestro grupo: Isabella. Melissa se paseaba con su brazo enganchado al de ella, y podíamos verlas conversando animadamente sobre diversos temas. Era como presenciar a las típicas dos mejores amigas populares y encantadoras recorriendo el campus universitario juntas.

La naturalidad con la que Melissa y Isabella se llevaban era innegable. Se reían, intercambiaban anécdotas y compartían confidencias, y eso atraía miradas curiosas de otros estudiantes. Era como si hubieran encontrado una conexión instantánea y se hubieran convertido en confidentes desde el primer momento.

Mis ojos se posaron un instante en Isabella, y aunque no la conocía bien, era evidente que existían notables diferencias entre ella y yo. Mientras la observaba hablar sobre cómo definía los rizos que solo se presentaban en las puntas de su cabello, contrastando con el resto de su pelo liso.

—Realmente bonita, pero no es mi tipo —comentó Emiliano en tono casual.

Yo simplemente asentí, mientras en mi mente seguía observando a Isabella. Era delicada, femenina, con una confianza palpable en cada paso que daba. A primera vista, sentí que nuestras personalidades eran como dos polos opuestos, como si no fuéramos compatibles para entablar una amistad espontánea.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2023 ⏰

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