Una carta sin destino

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Una historia abrupta, tan acabada como inacabada.
Un final que estaba tan previsto como desorganizado.
Que se veía venir y aún así se sintió como un golpe de agua fría.

Un empujón, una goma sobre mis garabatos.
Las calles comenzaban a portar risas mudas, paseos flotantes,
y pensar que todos aquellos lugares ya llevarían tu nombre..

Pero yo gané; te desenganchaste de mí y ascendí al cielo.
A mis posibilidades, a mis sueños,
hasta el punto de que esas risas se convirtieron en un pilar más hacia mi ascenso.

Iluso tú en todo caso, que pensaste que con apartarme lo harías así con mi presencia.
Iluso tú, que pensaste exprimirme sin dejar rastro del crimen,
porque al fin y al cabo, estoy aquí.

En cada canción que escuché contigo,
en cada pared que recorrimos juntos,
en cada lugar por el que nos tomamos de la mano,
Y como no, en cada tono verde que te llegue a recordar a mis ojos.

Escribo esto hoy, mañana o ayer, desde un lugar lejos de tu conciencia, de mis miedos y cerca de aquello que ahora adoro,
fuiste ese obstáculo que me mostró que en el camino tapizado jamás crecerán flores.

Me sacaste de la acera, pero yo encontré el atajo.
Y lo quieras o no, serás eternamente consciente de ello,
Por entonces, a quien me busque, que mande cartas sin destino al cielo,
el viento será el encargado de saber qué necesito leer para avanzar.

— Creavity

El libro que abriste y nunca leíste - Una poeta callejeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora