Día O5 | Colmillos

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Martes, 5 de diciembre de 2023

¡Al fin llegamos al quinto día! De ahora en adelante, lo más probable es que sí vaya actualizando a diario en vez de seguir juntando dinámicas en capítulos más largos 💃🏽

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Día 5 | Colmillos

La vida ha sido malditamente dulce en los últimos dos años (quizá un poco menos), si Touya puede opinar al respecto. Y ahora que es casi por completo capaz de caminar por las calles como un hombre libre, sí, claro que puede opinar.

Si le hubieran dicho que todo lo que necesita para lograr felizmente su venganza sin tener que mirar sobre su hombro y tocar a las puertas de la muerte cada cinco minutos era cambiar ligeramente el ángulo de su venganza, lo habría hecho hace mucho tiempo.

Pero, hey, el pasado es el pasado. No tiene caso llorar sobre la leche derramada ahora que al fin puede hacerlo sin desangrarse en el proceso.

Descansa cómodamente en la mejor decisión financiera que ha tomado esa semana: una suave cama colgante (que casi podría pasar por un trampolín) llena de las más mullidas almohadas gigantes, perfectamente acomodadas alrededor de la circunferencia de la cama y aplastadas unas con otras para hacerla ver como una especie de fuerte flotante.

Tiene la vida prácticamente resuelta y lo único que tuvo que hacer para conseguirlo fue decidir torturar a su padre de otra forma. Y entregarle el Frente de Liberación Paranormal a los héroes, pero ese es un tema poco importante que no vale la pena mencionar.

El día que Keigo vuelve de su aburrido y explotador trabajo de héroe para encontrar la cama colgante a mitad de su sala de estar (y de Touya, por anexión), el rubio alza una ceja, nada impresionado, y mira a Touya como si él fuera toda la explicación que necesita.

—¿En serio, dulzura? —pregunta, una diminuta sonrisa en sus labios y un claro tono de diversión mal contenida en su voz—. ¿En la sala?

—Es putamente espaciosa y está cerca de la cocina. Es perfecta para mis celos cuando no estás para servirme —explica como si fuera la conclusión a la que todos deberían llegar—. ¿Puedes imaginarme arrastrando mi calenturiento cuerpo desde la habitación hasta la cocina cada vez que me da hambre? No hay manera, Kei.

La cama colgante es lo suficientemente grande para tres hombres adultos (según los muy exactos cálculos de Touya) y aún hay espacio suficiente para moverse, pero con todas las almohadas que añadió, ahora luce lo suficientemente cómodo para provocarle sueño a cualquiera que lo mire. Después están las suaves y delgadas telas de un gris oscuro que cuelgan sobre la cama desde el techo y casi hasta el piso que la hacen ver como una muy elegante tienda teepee.

No está mal para un regalo sencillo. De parte de la tarjeta de lujo negra de Keigo para su despampanante omega reformado. ¿Quién dijo que no podías intentar gobernar al mundo y no tener tu final feliz después de todo?

Keigo se toma un momento para responder. Mira a la tienda teepee y al nuevo nido de Touya perfectamente acomodado en el interior, lo cual por sí solo explica la ridícula cantidad de almohadas y frazadas dentro. Entonces mira de nuevo a Touya con la sonrisa más orgullosa y dice:

—Huh, no está mal, cariño. Debes haberte esforzado mucho en terminarlo todo en un día.

—Yo diría que he hecho un trabajo ejemplar, pero tomaré lo que pueda —se encoge de hombros, negándose a admitir abiertamente la emoción que calienta su corazón ante el halago.

Han pasado meses, muchos meses, desde la última vez que Keigo se ha perdido un solo día del celo de Touya, pero el ojizarco no es tan ingenuo para esperar que las cosas sean así todo el tiempo; esa cama y el nido dentro son como un seguro para cuando ese día llegue, aunque mientras tanto sirve como una cueva increíble en la que puede dormir todo el día, sin preocuparse por que los rayos del sol y la luz del día arruinen sus siestas.

Y en los días más incómodos (feromonas sin control y una enorme cantidad de lubricante natural todo el día) de su próximo celo, puede dormir en la cama flotante y entretenerse con cualquier juguete de buen tamaño que tenga mientras espera por Keigo, su cabeza hundida sobre alguna de las mullidas almohadas en las que el alfa habrá impregnado sus feromonas con anticipación.

Casi veintiséis años en ese fenómeno llamado vida y Touya puede decir con seguridad que es bastante bueno en lo que al autocontrol se refiere. Alguna vez (cuando aún era un villano tan increíblemente sexy como lo es ahora) se abstuvo de matar a su padre y ahora es increíble a la hora de abstenerse de enviarle a Keigo las más sucias fotos para adultos de él en su celo durante los patrullajes del pajarraco.

—Hey, sin preocupaciones, cariño —le guiña Keigo con total seguridad y, con la sonrisa más brillante en su cara bonita, añade—: Estaré fuera del trabajo a tiempo cada día de tu celo. No podría dejar a mi omega cuidándose por sí solo durante su celo, ¿verdad?

No sé qué dijiste, pero sigue sonriendo así, piensa, incapaz de mirar a otro lado cuando la sonrisa de Keigo revela sus perfectos dientes y aquellos largos colmillos que tientan su nuca cada vez que se ponen calientes.

—Ajá.

Más allá de la marca que aún no han formalizado porque las glándulas en la nuca de Touya siguen muy sensibles para soportar una mordida de ese tipo, los colmillos puntiagudos y anormalmente largos (incluso para un alfa) de Keigo siempre han sido un punto de interés para Touya.

Su pequeña obsesión empezó la noche después de su fallido ataque nomu a Endeavor y Hawks. Keigo lo amenazó con una afilada pluma larga (la única que le quedaba entonces) al cuello, sus colmillos blancos brillando a la luz de la luna mientras le gruñía de manera amenazante a Touya.

Si no hubiera tenido que mantener las apariencias en ese momento, si Keigo no hubiera sido un héroe y muy probablemente un espía, a Touya no le habría molestado desnudarse en medio de aquel polvoriento lugar abandonado y ofrecerle su cuerpo al alfa con tal de sentir aquellos colmillos acariciando su piel.

Nadie dijo que sus gustos en el sexo fueran todos dulces e inocentes.

—Tierra llamando a Touya. ¿No se supone que soy yo el que debería estar siempre en las nubes?

Oh, cierto. Keigo le estaba hablando.

—Claro. Totalmente —sonríe—. Mi pájaro tonto no puede ser libre si no toma su paseo diario en el aire.

Qué difícil es despegar los ojos de unos colmillos taan llamativos cuando los tiene tan cerca. Keigo debe haber notado su mirada insistente, porque de inmediato pasa un índice sobre sus dientes y talla con insistencia.

—¿Tengo algo algo en los dientes? Comí pollo frito antes de venir aquí —explica—. Me iba a lavar los dientes en cuanto llegara, pero luego vi la cama flotante y lo olvidé por completo.

La admisión abre una nueva caja de preguntas en la mente de Touya. A pesar de todo el tiempo que llevan juntos, el ojizarco nunca le ha prestado atención a Keigo mientras come. ¿Lucirá amenazante mientras destroza trocitos de pollo con cada mordida?

Tan extraña como suena la pregunta, siempre le han atraído los momentos más feroces de Keigo.

No por nada tiene grabadas todas y cada una de las peleas que han televisado sobre el Héroe Profesional Hawks y las guarda recelosamente en su cajón de lencería favorita.

—Nah, así estás bien, Kei. Pero corre a lavarte los dientes si vas a darme un beso de bienvenida.

Omegacember Hawksdabi 2023 | BnHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora