Capítulo 12
BARAN
Se separó de mi casi de inmediato, pero ya era demasiado tarde. Había pasado cada jodido año de mi vida imaginando como sería probar su boca y ahora que lo sabía estaba completamente perdido. Me había controlado, había intentado desvanecer el deseo por ella, pero todo eso se desvaneció en el mismo instante que unió su boca a la mía.
Solté una maldición entre susurros antes de gemir, apretarle el cabello con una mano y volver a juntar nuestros labios en un beso de verdad. Sus labios me recibieron de inmediato con menos timidez que antes, dispuesta a disfrutar de lo que le brindaba. Jamás me había considerado adicto a nada, pero en este instante que tenía su boca para mí solamente, sabía que había encontrado mi puta droga de por vida.
—Baran... —jadeó con voz un hilo al momento que yo la tomaba de las piernas enterrándole los dedos en la piel y la obligaba a subirse encima de mi cruzando sus piernas en mi cintura.
Encajaba perfectamente con mi cuerpo a pesar de lo pequeña que era y ese hecho me ponía a mil. La volví a besar, esta vez mas fuerte, caliente y dominante, enseñándole un poco todo lo que me provocaba.
Maldito sea mi padre por haberme alejado de ella, por querer obligarme a olvidarla. Khata era mi jodido infierno vestido de ángel con el sabor puro de lo que era el pecado, uno del que jamás me arrepentiría.
Estaba mal desearla de la manera que lo hacía, eso lo sabía muy bien, pero su boca sabía tan exquisita que lo que estuviera mal era lo menos que me importaba. Solo podía concentrarme en sus labios y en el calor de su piel al pegarse a mi cuerpo. La sentí arrugar mi camisa con sus puños y aproveché el momento para succionar su labio inferior con una furia diferente a la que me ocasionaba tenerla cerca. Pensé por un instante que me apartaría, pero no lo hizo, al contrario, se dejó llevar soltando un suspiro de placer, sonidos que me estaban poniendo cada vez deseoso de ella.
La tomé fuertemente con uno de mis brazos para evitar que terminara en el suelo y con la otra mano le apreté ligeramente el cuello para mantenerla fija en su sitio mientras le metía la lengua a la boca con lentitud. Definitivamente el único pecado que había cometido era haber demorado tanto en tenerla de esta manera.
Sentí como me empujaba con manos temblorosas y alejaba su rostro del mío con rapidez. Todo había terminado en menos de un segundo.
—¡¿Qué haces?!—preguntó en un intento por sonar molesta. Sin embargo, su cuerpo tembloroso y voz ronca demostraban lo contrario.
Había terminado con los labios hinchados, el cabello alborotado y su rostro rojo en su totalidad.
Espera... ¿Qué hacía? ¿Yo?
Solté un gruñido con fastidio mientras me dedicaba a respirar hondo para controlar la calentura que me puso solo con un maldito beso.
¿Yo hacía? Era ella la que no salía de mi cabeza en ningún momento del día, era ella la que se había aparecido en la madruga en mi habitación y era ella la que me había besado. La carcajada que salió de mis labios no la pude contener, claramente el sonido carecía de gracia, pero estaba harto de sus malditos juegos. Me tenía que estar haciendo una broma porque no era capaz de creerlo.
—¿Qué hago? —le pregunté, pero para ser sincero no esperaba que me diera una respuesta. —Mejor dicho, ¿qué haces tú?
Me fulminó con la mirada para luego empujarme sin llegar a moverme un centímetro y alejarse como siempre, pero antes de que lo consiguiera la tomé del brazo impidiéndoselo. Estaba tan molesto y deseoso de ella que no podía pensar con claridad lo que estaba haciendo.
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Khata © (En edición)
RomanceKhata llegó a la vida de Baran con sólo seis años de edad, con su rostro de ángel y su muñeca de trapo inseparable. Su padre: un hombre ejemplar para todo el pueblo, la trajo a casa luego de que la pequeña quedara huérfana, con la única intención de...