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Jungkook siempre fue una persona detallista, no perfeccionista ni obsesivo, detallista. Le prestaba mucha atención a las cosas a su alrededor, a las personas, las cosas que estas personas disfrutaban. Intentaba descifrar el por qué de la gente cuando miraban algo q les encantaba y surgía un brillo en sus ojos.

Para él era fascinante encontrar situaciones donde las personas se veían a sí mismas maravilladas con algo que les estaba sucediendo. Encontraba este acto como algo tierno y puro, esperanzador en que vale la pena vivir, vale la pena despertarse, salir a la vida y disfrutar.

En distintos episodios de su vida pasó por situaciones que lo llevaron al borde del colapso, situaciones que lo debilitaron e inclusive lo dejaron en la cama de tristeza. Pero la constante desde el primer momento fue la compañía de un pequeño rubio que siempre encontraba un tiempito de su día para hablar con Jungkook. Jimin siempre le preguntaba cómo se sentía, cómo había dormido, qué había soñado; se preocupaba.

El primer encuentro de los dos fue una tarde de primavera donde ambos eran adolescentes y se encontraban en el Jardín Botánico de la ciudad, cada uno por su parte y por distintas razones, pero al fin y al cabo coincidiendo. Un Jungkook de once años se encontraba llorando en una banca techada por enredaderas de flores y luces, porque sus papás habían discutido y estaban por divorciarse. Un Jimin de doce años escuchó un lloriqueo cerca de donde estaba con su grupo de excursión con el colegio, y la curiosidad le ganó. Al acercarse no lo pudo evitar, se acercó al pequeño y tocando suavemente su hombro preguntó:

—¿Estás bien? ¿Por qué estás llorando? ¿Necesitás un abrazo? Mi mamá dice que los abrazos pueden ayudar a sanar el alma, tal vez no la sanen por completo pero siempre van a ayudar. —El menor alzó su mirada y se encontró con dos ojitos con forma de medias lunas que lo observan atenta pero cuidadosamente. Limpió con su mano las lágrimas de su rostro y contestó.

—Mis papás se van a separar y ya no voy a tener una familia, va a estar rota. —Estaba tan triste que no pudo evitar hacer un puchero y soltar algunas lágrimas silenciosas, perdiendo la mirada en sus zapatos. Cuando estaba por volver a sollozar un pequeño dedo limpió con delicadeza sus lágrimas.

—Lamento mucho que pases por algo que te hace sentirte mal. ¿Querés un abrazo? —Jungkook asintió y de forma automática Jimin se lanzó a darle el abrazo de oso más amoroso que dio en su vida. Por supuesto no más amoroso que los que le daba a su madre, pero sí uno muy amoroso, lleno de empatía y cariño. —A partir de hoy soy tu amigo y voy a abrazarte todas las veces que sean necesarias para que no llores más lágrimas tristes. Me llamo Jimin, ¿cómo te llamás? —El mayor decidió romper el abrazo para mirar a Jungkook a la cara pero de igual forma seguía sosteniéndolo con sus manitos.

—J-jungkook. —Una palabra tímida pero muy linda a los oídos de Jimin, quien sonrió ampliamente antes de volver a hablar.

—¡Vamos a ser mejores amigos para siempre, Jungkookie! Y voy a ser siempre tu familia, te lo prometo. —Jimin mostró su dedo meñique, prometiendo tácita y físicamente su amor incondicional hacia el menor. Jungkook miraba la manito y soltó una risa. —¿Qué?

—Tu dedo es chiquito y tierno, pero me gusta. —Selló la promesa uniendo ambos meñiques, sintiendo el tacto del otro en su mano y a la vez una corriente eléctrica mientras miraba la cara alegre del niño frente a él. Sintió cómo mariposas hacían una revolución en su estómago, y prestándole atención a su alrededor y a Jimin, se dio cuenta de que el día era hermoso y ya no estaba tan triste.

 Sintió cómo mariposas hacían una revolución en su estómago, y prestándole atención a su alrededor y a Jimin, se dio cuenta de que el día era hermoso y ya no estaba tan triste

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yes or no | kookmin mini auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora