Porque es eterno

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Paimon se había desvanecido para dejarlos a solas. No sabía que decir en aquel momento, ni quería estropear el ambiente tan delicado que se había formado. Tras muchas duras pruebas por fin daban por finalizado aquel viaje. Llegar al oasis eterno. Un lugar creado por el Dios del desierto para su difunta amada, la Diosa de las flores. Un espacio en el que no transcurría el tiempo, todo estaba completamente quieto,  ni siquiera el agua daba señales de estar en estado líquido más allá de su apariencia.

Aether miraba un papel deteriorado. Sus ojos estaban con lágrimas luchando por escapar. Esas palabras escritas por una madre ahora difunta calaron muy profundo, casi más que cualquier otra historia en la que se hubiese envuelto hasta aquel momento. Sentía impotencia, aunque no fuese culpa suya, sentía enojo con el destino que una madre llena de ilusiones no puede ver a su hija crecer, convertirse en una bella y valiente mujer. Digna de admirar por donde se le vea.

Y ahora esa digna y hermosa dama, estaba sentada sobre el follaje inmóvil. En silencio, viendo el agua. La venda en sus ojos le hacía a Aether imposible ver si no estaba llorando. Lo hacía sentir incapaz de consolarla, tampoco sabía si sería capaz de hacerlo.

Al terminar de leer aquellas últimas palabras, dejó la carta en donde la dejó como recuerdo Jeht, tanto el arma de su padre cómo las palabras de su madre. Que permanezcan para siempre, reposadas en un árbol que no morirá, así cómo su recuerdo.

—Jeht —dijo Aether en voz baja.

Ella no respondió. Tal vez no lo escuchó, o si lo hizo pero no quiere hablar ahora.

El viajero sólo se acercó a ella, y se sentó a su lado en silencio, reflexionando sobre el dolor que sentía su amiga en aquel preciso instante. A pesar de ser fuerte y de actitud bestial, ahora era una persona más, lamentando la pérdida de quien más amó en su vida.

—Solo un momento más... —musitó ella. Su voz era quebradiza.

—Tómate el tiempo que necesites, vinimos juntos, me quedo contigo.

Tras pronunciar su respuesta, un lamento salió de la chica. Ella empezó a llorar, por más que intentó no hacerlo para demostrarle a sus padres en el más allá que seguirá adelante. La verdad es que los quería vivos a los dos. Juntos cómo hace muchos años fue.

—No lo digas por favor —tomó Jeht de los hombros a Aether, mientras las vendas de sus ojos caían—. No me digas eso jamás...

El viajero pensó por qué ese cambio de actitud, pero pronto entendió a que se refería.

—Jeht, sé que es difícil, pero no te abandona...

—¡NO! —gritó la chica del desierto mientras más lloraba—. Terminarás dejándome, todos los que me han dicho esas palabras terminan partiendo.

Sus ojos de color ámbar dejaban ver su dolor, afligida, lastimada de tantas pérdidas a su alrededor. No quería que pasara de nuevo.

Aether solo estiró los brazos hacia los costados, cabizbajo.

—Aunque me digas que me aparte, estaré contigo, aunque me grites que me vaya antes de sentarme más en tu mente, volveré a buscarte, aunque huyas de mi vista, mis deseos te acompañarán, Jeht... —dijo dejando ver que también estaba llorando.

—Estás mintiendo —respondió mientras los abrazaba y se hundía en su pecho para seguir llorando—. Estás mintiendo —apretó el agarre mientras sus lágrimas humedecen la bufanda del descendido—. Pero...

—No te miento, ni te mentiré Jeht —el susurró mientras acercaba a la chica para que lo mirara a los ojos—. Jamás te dejaré sola.

Ella dejó fluir todo, aunque su mente le decía que él mentía, que se iría. Su corazón le pedía que confiara una vez más, que esta vez era diferente, que aquella sonrisa le daría la bienvenida a cada día. Y la despedida al anochecer.

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⏰ Last updated: Dec 09, 2023 ⏰

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Lágrimas, Papel y TintaWhere stories live. Discover now