Capitulo 1

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Siempre ha habido lugares dificiles de entrar pero aun mas cuando sabes que la persona que te espera del otro lado de esa puerta es la que mas te ha herido y humillado en toda tu vida. Deseo salir corriendo y evitarme el disgusto que me traera su cruel semblante pero no tengo donde mas ir. Solo sera por hoy Agata, tu puedes, tu puedes. Suelto un fuerte suspiro, me acerco abrir la puerta pero me sorprende cuando alguien mas lo hace por mi. Nerviosa y con un nudo en mi garganta alzo mis ojos y me encuentro con la suave y calida Mirada de mi padre.

—Estas Segura que quieres hacer esto? Ella no cambiará...

—Estoy Segura —Le interrumpo—. No lo hago por ella, lo hago por mi.

—Si es lo que quieres, esta bien. vamos.

Me entiende su mano y sin dudarlo la tomo, inconsiente el agarre se torna fuerte y una vez mas me repito que todo estara bien. Mi padre me encamina hacia la sala donde solo se encuentra el juez y dos abogados. Uno representandome a mi y a mi padre y el otro por la mujer que me dio la vida. El olor a desinfectante es fuerte, mis pasos no son escuchados por la alfombra que impede el más mínimo sonido. Desearía tener las fuerzas para verla a los ojos pero no se hace posible, tan solo imaginarlo el aire se me corta y dejo de respirar por unos segundos. Quisiera no respirar el mismo aire que ella, que se largue de nuestras vidas. Los primeros años que regresaba me ponía feliz, pensando que había cambiado pero con solo verle el claro disgusto en su rostro mis esperanzas desfallecían. Cada intento, cada recuerdo no es más que miedo en cada uno de ellos. Entendí que no regresa por mi, regresa por dinero. Quiere la vida fácil y vivir bien pero no quiere nada de obligaciones. Me cansé, esta vez más madura y con menos esperanza me pondré en ese podio, contaré todo lo que me ha hecho sufrir. Me encargaré que se pudra en la cárcel, que no siga viendo ningún centavo de mi padre.

—Jura decir la verdad y nada mas que la verdad? —Dice el juez viendome directamente. Trago duro y asiento.

—Lo juro.

Recuerdo la primera vez que me levanto la mano, era solo una pequeña de tan solo cuatro años. Se molesto porque le dije que queria ir al baño, ella estaba con sus amigas y me pidio que la esperará pero paso tanto tiempo que no tuve mas fuerzas y me hice encima. Gritó tan fuerte que todos en el restaurante incluida sus amigas se sorprendieron, ella avergonzada me sacó por la fuerza y rasguñó mi corto brazo con sus largas uñas. Siempre me recordaba que nunca quiso ser madre, que nunca quiso casarse y nunca me quiso tener. La crueldad en sus ojos nunca se me va a olvidar, me miraba con tanto desprecio que llegue a pensar que el problema era yo. Mi padre nunca estaba en casa pero no estaba ajeno a los sentimientos de ella hacia mi, tenia miedo por mi vida asi que decidio separase de ella pero el dañó ya estaba muy dentro de mi como para olvidarlo.

Es demasiado tarde para arreglarlo.

Respondo las preguntas sin verla pero siento su desprecio en el aire, siento como si viniera corriendo hacia mi con algo en su mano y se abalanzara hasta caerme encima. Una vez le pregunte: ¿por qué me odias tanto? y las palabras que me dijo nunca se me van a olvidar: Me arruinaste la vida, ahora yo arruinare la tuya. Senti como cada palabra atravezaba mi corazon y lo iba rompiendo poco a poco. Desde ese dia no volvi a hacer algo para ganarme su amor, entendi que ella nunca tuvo para darme en primer lugar.

—¿Es verdad que cuando tenia ocho años la señora Daisy la encerro en el sotano por toda una semana sin comida y sin agua?

Asiento.

—Senorita Conte, debe contestar con si o no para las preguntas.

Respondo honestamente, comienzo a detallar cada recuerdo desde mi infancia hasta mis quince años. Han pasado mas de cinco años sin verle el rostro a esta mujer y solo se aparece después por dinero, no puedo creer que este dispuesta a pasar la vergüenza de exponer todos sus maltratos con tal de ganar un par de dolares aunque estoy segura que su inteligencia no la dejó pensar que yo tendria el coraje de pasar y dar mis hechos sobre ella. Quiero sonreír y reírme en su cara que no saldra como ella espera pero debo respetar que estoy en un juzgado.

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