El ruido de cadenas chirriantes perturbaban el silencio de aquella húmeda y vieja sala de calabozo, ahora solo funcionando como espacio de tortura. Los jadeos y gemidos ahogados eran cada vez más fuertes y desesperantes. En medio de todo el movimiento y la presión unas voces difusas se escuchaban a lo lejos, como si murmuraran algo inquietante.
El sonido repentino del agua dio paso a una larga bocanada de aire, aire que se hacía presente al sentirse completamente libre de presión. Pero, aquellos instantes de libertad serían interrumpidos al encontrarse sometido dentro de la cubeta de agua en la que estaba rendido. En la que fue nuevamente torturado.
Haciendo un esfuerzo por escuchar las voces difusas, estas poco a poco se tornaban más claras para él.
-¿Crees que aún respira? -preguntó una de las voces
-No lo sé, ¿Qué te parece si lo comprobamos? -contestó la otra voz
El aire volvió a ser libre, sin presiones ni agua impidiendo su fluida circulación. Arthur Galahad, quién en un tiempo atrás fue un respetado caballero de la orden de la torre, se hallaba en está situación. A merced de sus torturadores y sin nada por hacer, más que esforzarse por recuperar el aliento.
Uno de los guardias lo tomaba con fuerza y al mirarlo con detenimiento dijo. -No. Dejemos que se cocine un rato más.
Acto seguido, lo sujetaron del cuello y de sus hombros para introducir de nuevo su cabeza dentro de la cubeta con agua.
-¿Qué se supone que hizo?
-No lo sé, ni me importa. No debemos hacer muchas preguntas.
-Bien...
Continuaron presionando la cabeza de Arthur contra el agua. En esos momentos empezaron a notarse unos pasos que se acercaban lentamente. Parándose en el umbral de la puerta de dicho cuarto una fuerte voz emergió, dando órdenes a los soldados encargados de la condena.
-Continúen así. A ver si se porta bien está vez -suenan de nuevo los pasos en la puerta, alejándose de la misma tal y como había llegado. Y justo en ese momento los dos guardias que sujetaban a Arthur retiran su cabeza del agua.
-Levántate amigo -exclamó uno de los guardias que intentaba sostener a Arthur con bastante dificultad.
-Pensamos que ya estaba muerto, mi señor -afirmó el otro hombre de forma burlesca.
-¿Listo para otra ronda? -preguntó el primer guardia para acto seguido regresar a la tortura y colocaron de nuevo a Arthur dentro de la cubeta, y este comenzó a aguantar la respiración.
-No eres tan rudo ahora, ¿eh? -Nuevamente unos pasos se acercan a lo lejos hasta detenerse en el pórtico de la sala.
-Ya es suficiente. ¡Regrésenlo a su celda! -dijo la voz de forma firme, para luego marcharse nuevamente. Ante ello, Arthur es sacado del agua.
Retiran los grilletes de sus manos que lo mantenían atado a aquel pozo de agua, mientras este trata de recuperar algo de aire, tosiendo un poco en el proceso. Para una vez liberado, dejarlo caer al suelo sin el más mínimo cuidado. Arthur trata de ponerse de pie. Confundido y aún aturdido producto de la golpiza que recibió al ser llevado a prisión.
-Aún estamos empezando, amigo -dijo el guardia para luego soltar un fuerte golpe en su abdomen, dejándolo tendido en el piso y sin aire.
-No pasa nada -exclamó el guardia en tanto que levantaba a Arthur, tomándolo de los hombros. -Volveremos a intentarlo más tarde -Continuó de forma burlesca.
-¡Vamos, arriba!
Arthur se encontraba demasiado aturdido como para saber el lugar en el que se encontraba y mucho menos a donde pensaban llevarlo. Trataba de dilucidar lo que había a su alrededor con bastante dificultad. Solo recordaba la sensación sofocante del agua intentando ahogarlo, mezclado con la presión que los guardias ejercían sobre su cabeza. Recordaba aquel cuarto de piedra donde fue golpeado, seguido de una profunda oscuridad y un pasillo lleno de luces aturdidoras para sus ya agotados ojos.
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THE DARK CITY
General FictionEn el bullicioso corazón de Londinium, Arthur Galahad, un apuesto y enigmático cazador de demonios, lucha contra las fuerzas del inframundo que amenazan con desencadenar el caos en el mundo moderno. Poseedor de habilidades y una determinación férrea...