𝑺𝑶𝑴𝑩𝑹𝑨𝑺 𝑹𝑬𝑽𝑬𝑳𝑨𝑫𝑶𝑹𝑨𝑺

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El silencio sombrío, entrelazado con el resplandor tintineante de los primeros destellos del alba, La vieja y sombría ciudad de Londinium despertaba. En un modesto departamento ubicado en el barrio de Fitzrovia, en la calle Chenies Mews, Arthur Galahad; un joven de mirada afilada y determinación inquebrantable, emergió de un sueño tranquilo. La luz de la mañana se filtraba entre medio de las cortinas desgastadas de su habitación, revelando levemente los atisbos de grandes aspiraciones que contaba el joven.

Su cotidianidad que le recordaba todas las mañanas, marcado en un viejo pizarrón cuánto dinero necesitaba para poder llegar a fin de mes, cosa que al mismo tiempo dejaba entre ver gracias a los recortes de periódico, fotografías y a una máquina de escribir reposando sobre el escritorio. La cruda realidad en la que Arthur se encontraba, siendo aguantada únicamente por el deseo fervoroso de ser un periodista de gran renombre.

El departamento era un reflejo palpable de su estilo de vida, sus problemas y sus más grandes deseos. Un hombre apasionado por el periodismo, la fotografía y las grandes historias; con toda la vitalidad que conlleva el ser un joven periodista recién graduado de su academia en el Colegio Universitario de Londinium. Estaba en búsqueda de un trabajo que cumpliera con todas sus expectativas y que supusiera un reto a todas sus capacidades.

Una vez en pie y caminando con dirección a la sala, daba comienzo a la meticulosa y bien cuidada rutina de Arthur. Se disponía a preparar de forma fugaz su primera taza de café del día, continuó moviéndose con gracia por su pequeño espacio, recogiendo informes, fotografías y anotaciones esparcidas por su escritorio; el cual se encontraba completamente desordenado desde la noche anterior. Dispuesto a disfrutar de su desayuno, fue fuertemente interrumpido por un mensaje que se hacía notar con claridad ante él.

—Señor Galahad, ¿Se encuentra ahí? —preguntó la voz misteriosa que provenía de la puerta principal de su departamento.

De forma serena y sin mayor apuro, Arthur se levantó de su silla para dirigirse hacia la puerta y al abrirla su expresión de gozo cambió por una más seria y poco agradable a la vista.

—Hola, Robert —resopló algo decaído al ver quién

—Buen día, señor Galahad —contestó el joven. —Esto es para usted —le entrega un sobre sellado

—¿Qué se supone que es esto? —preguntó Arthur

—La factura del mes, mi señor —contestó —ya saben, el administrador del edificio puede ser algo... exigente, por ser amable.

—Veo que algunas cosas nunca cambian —se dijo a sí mismo —en fin, te lo agradezco Robert

—Que tenga un feliz día, señor Galahad

Arthur se despide asintiendo con su cabeza para luego cerrar la puerta tras sí. Una vez retomada la paz, Arthur se dispuso a abrir el sobre, leyendo así el contenido del mismo que indicaba el valor de la factura del mes de agosto. Esto me saldrá en más de lo que tenía previsto, se decía Arthur a sí mismo. Tendré que volver a pedir su ayuda.

Con ello, Arthur se acercó a la mesa, terminó de comer a un ritmo tranquilo pero continuo, y una vez acabado comenzó a organizarse. Luciendo un elegante traje de corte burgués, un viejo regalo que aún podría darle un uso para su nueva actividad del día. Salió de forma apresurada de su departamento hacia la calle, poniendo rumbo al barrio de Mayfair.

Su andar era bastante acelerado, si bien no percataba desesperación ni ansiedad en sus movimientos, si se notaban algo apresurados, como buscando no perder tiempo en disfrutar de la caminata y contemplar el paisaje de la hermosa mañana que hacía en las tranquilas y silenciosas calles de Gower Street. Se desviaba por el museo británico, caminando de forma constante, como si algo importante dependiera de que llegará a su destino. Su trayecto había terminado, al fin había llegado y se encontraba delante de un gran edificio en la calle 61, Grosvenor St, en Mayfair.

THE DARK CITYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora