En un rincón oculto del castillo, donde las sombras danzaban y la música del salón de baile
resonaba como un murmullo distante, mi tripulación y yo nos congregamos, listos para
nuestra actuación. Entre el resplandor de antorchas, compartimos miradas cómplices, las
sonrisas reflejaban la confianza mutua y la emoción del momento. Barba Roja, el antiguo
capitán envejecido y sabio, habló con voz grave, llenando la sala de conspiración.
–Hoy es el día, muchachos. La noche en que la fortuna nos sonríe y nuestras historias cobran
vida en este escenario real– declaró Barba Roja, sosteniendo su sombrero en alto.
La tripulación, variada en experiencia y habilidades, asintió con entusiasmo. Compartí unas
palabras. –Somos más que piratas, chicos. Hoy, luego del secuestro de la princesa solo será el
inicio de nuestra gran aventura– Mientras nos animábamos mutuamente, la tensión y la
emoción crecieron.
Barba Roja, alzando su espada en un gesto teatral, proclamó: –¡Que la noche de los piratas
comience!– Con ese juramento comenzamos nuestra cacería.
En las sombras del backstage, mi tripulación se movía con sigilo y determinación. Mientras
comenzábamos a ocupar nuestros lugares, la voz del rey comenzó a llenar el espacio
grandioso del salón
—¡Nobles invitados, leales súbditos y distinguidos visitantes de reinos lejanos! Hoy nos
reunimos para celebrar un momento de grandeza, un hito que trascenderá el tiempo y quedará
grabado en nuestra historia.— Las palabras del rey parecían tener cierto aire de grandeza
mientras extendía sus brazos con sus caras ropas.
—¿Un momento de grandeza? Más bien un momento de aburrimiento interminable
—murmuró Jay con desdén, con una media sonrisa que denotaba su descontento—. ¿Crees
que realmente trascenderá el tiempo? Más bien será olvidado en el próximo banquete real.
—Y ese 'lazo eterno' que menciona, ¿acaso se refiere a las deudas que nuestro reino tiene con
los demás? No veo la grandeza en eso, solo veo a un rey inflado de ego.— Agregó Harry
desde mi izquierda con su mirada burlona
—Hagan silencio— reproché a mis compañeros intentando ahogar una risa
Los tres nos sumimos risas apagadas, compartiendo nuestro descontento en voz baja mientras
el rey continuaba con su discurso ajeno a las críticas
—En este castillo, testigo de innumerables eventos, celebramos la unidad de nuestros reinos,
la paz que hemos construido y el lazo eterno que compartimos como pueblo.–
—¿Y qué paz celebra? La única paz que veo es la monotonía de esta fiesta. Esto es
demasiado aburrido— Continuó Jay soltando un bufido
—Cálmate, Jay. La diversión está por comenzar— insistí con mi mirada puesta sobre el
escenario. Necesitaba a mi mano derecha centrado, pues él junto con Harry tenían uno de los
papeles más importantes en la noche
—Que la música y la danza nos envuelvan en un abrazo alegre, que las risas resuenen en
estos salones. Celebremos juntos, como un solo reino, en esta noche que será recordada por
generaciones venideras.–
—Hasta que por fin se calló— Susurró Harry con irritación
Tras el aburrido discurso del rey, observamos cómo los músicos originales descendieron del
escenario para prepararse para su siguiente presentación. Ataviados con capas oscuras que
ondeaban sutilmente con cada paso, nos deslizamos como sombras detrás de ellos.
Desde mi posición discreta, observaba con atención cada movimiento. La tripulación, con su
experiencia en el arte del sigilo, avanzó hacia los músicos. Harry, con su habilidad para el
engaño, se acercó a la banda contratada con una sonrisa encantadora.
—Disculpen, nobles músicos. Parece que ha habido un pequeño malentendido con la
programación. Nuestra tripulación fue seleccionada para ofrecer una presentación única esta
noche— dijo con un tono que sugería una disculpa, pero sus ojos brillaban con malicia.
Varios miembros de la tripulación, con rostros ocultos por pañuelos, emergieron de las
sombras. Rápidamente, taparon las bocas de los músicos, neutralizándolos en un silencioso
ballet de intrusión. El aire estaba cargado de tensión, apenas roto por el sonido apagado de la
lucha silenciosa. Los músicos, sorprendidos y superados en número, no pudieron resistir el
asalto sorpresa. Vi cómo sus ojos reflejaban una mezcla de incredulidad y temor cuando
fueron rápidamente inmovilizados. Mis chicos, con movimientos precisos y coordinados,
llevaron a los músicos capturados hacia una sala apartada. Cautelosos, procuraban no hacer
ruido que pudiera alertar a los demás presentes en el castillo, asegurándome de que nadie
notara su desaparición.
Las sombras engulleron a los músicos originales. Nuestra prometida epopeya pirata estaba
lista para desplegarse, y yo sonreí con satisfacción al ver que mi tripulación ejecutaba el plan
con maestría. Las miradas de los músicos capturados reflejaban la sorpresa y la impotencia
mientras eran conducidos fuera del backstage hacia el confinamiento temporal. Con los
músicos fuera de camino, los instrumentos, listos para ser tocados, destellaban en la tenue
luz. Nos ajustamos nuestras vestimentas con orgullo, cada uno abrazando su papel en esta
actuación que sería mucho más que un simple espectáculo. Avanzamos hacia el escenario,
dejando atrás la oscuridad y adentrándonos en el resplandor de los focos. La audiencia, ajena
a nuestros verdaderos motivos, se preparaba para ser cautivada por un espectáculo que
cambiaría el rumbo de la noche.
Cuando comienzo a tocar, me encuentro en un rincón mágico, donde la bruma abraza la luz
de la luna y crea un ambiente etéreo. Mi corazón late con anticipación mientras sostengo mi
violín, listo para desatar una sinfonía de emociones. A mi alrededor, el escenario cobra vida
con elementos marítimos; velas parpadean en la penumbra y el susurro imaginario de las olas