Cómo era de esperarse, todo el pueblo de Green Hills se enteró de la situación de Sonic, incluso el mismísimo Eggman, lo cual no era algo que esperar. Aquella madrugada había pasado tan rápido, que incluso el sol se asomó por el cielo unos minutos antes de lo previsto.
Aún así, los amigos más cercanos de Sonic se presentaron en el horario de visita, y si vamos al caso, eran su familia. El primero que entró fue Tails, el dulce y tierno zorrito que siempre acompañaba a Sonic a dónde fuera con sus dos colitas. Pero él estaba devastado, incluso su mirada había perdido el brillo que lo hacía único.
–Sonic... amigo mío.... –su voz quebradiza– ...soy Tails...
Hablaba con un dulce tono de voz, pero trataba de contener sus lágrimas. Tomó con cariño la mano inmóvil del erizo y sonreía, en su mente pasaban muchos recuerdos, entre ellos pasaba el recuerdo del primer encuentro entre ambos...
(...)
Una tarde común y cualquiera, los tres zorribandidos acechaban a los jóvenes alumnos que salían del establecimiento escolar. Solamente con el fin de molestar y pelear, eran conocidos por buscar pleitos entre la gente y robar por diversión. Buscaban algo nuevo, o a alguien nuevo con quien jugar, se notaban aburridos de siempre acechar a los mismos niños de siempre.
Pero sus miradas se centraron una por una en un pequeño, uno el cuál era... diferente, en cierto modo, a los demás.
Esto, les hizo babear de manera retórica, era carne fresca y no desaprovecharian esta oportunidad tan grande.Entonces, idearon un plan. Siguieron al joven niño de lejos, asegurándose de que nada ni nadie estuvieran presentes entre su grupo y el pequeño. Y así fue, el pequeño y solitario zorrito amarillo continuó su camino por una calle apartada y desolada, sin ninguna gentuza al rededor.
Ahí, atacaron.
Acorralaron al pequeño, el cual no lograba percatarse de que esto no estaba para nada bien, su mente estaba tan llena de inocencia que nisiquiera el peligro frente a sus ojos podía quebrantarla.
Los maleantes tomaron al pequeño entre sus filosas garras, rasgaron su túnica blanca y rompieron su pequeña mochila, pero cuando su ropa dejó de cubrirlo por completo, ellos notaron algo entre sus delgadas piernas.
Dos colas.
Intentaba ocultarlas con su ropaje, pero ahora ya era demasiado tarde, ellos lo habían visto, habían visto su "extra". Sus manos sucias y asquerosas tomaron al pequeño, levantándolo en el aire, ahora viendo sus coletas más de cerca mientras las carcajadas salían de sus bocas como lluvia de las nubes.
"¡Eres una anomalía!"
"¡Fenómeno!"
"¡Nunca debiste haber nacido!"
A todo esto, el pobre pequeño soltaba lágrimas incesantes, lágrimas que estaban remarcando su vida, de una manera tan cruel y asquerosa.
Pero algo inesperado ocurrió, en un parpadeo, los maleantes estaban en el suelo, golpeados por un notable y brilloso destello azulado que repentinamente había pasado. Parecía irreal lo que había presenciado, le costaba mucho creer lo que había pasado hace un santiamén.
Solamente pudo comprenderlo cuando lo vió. Estaba allí, pasado en frente de él, había aparecido de la nada. ¿Quién será él? ¿Qué hace aquí? ¿Me ha salvado? ¿Me lastimará?
Mis pensamientos fueron callados cuando su mano enguantada acarició suavemente mí cabeza, y pude ver su sonrisa, una que jamás había visto antes.
–No dejes que nadie te diga que eres un fenómeno... –el azulado habló– ....eres especial, y siempre lo serás.
Sus ojos brillaron cuando escuchaba las palabras del erizo, algo dentro de su mente estaba naciendo, una seguridad en si mismo, una autoestima fuerte y un corazón noble. Pero lo que más lo remarcó de todo esto fue el cálido abrazo inundado de comprensión que él le había dado.
No pasó demasiado hasta que el azulado volvió a esfumarse, en un parpadeo como siempre solía hacer.
El pequeño zorrito quedó con una felicidad enorme, su corazón latía emocionado, incluso ya no le tenía miedo a sus propios pensamientos, algo que agradecía a cada segundo.–Gracias...
Una simple palabra que significaba mucho y ala vez poco, pero él estaba enormemente agradecido por esto....
(...)
No tenía mucho tiempo, debía estar solamente unos cuantos minutos con él, el horario de visita era muy estricto en aquel hospital, y no podían ignorarlo ni más ni menos.
Los minutos pasaron, Tails hablaba con él, a pesar de que Sonic no respondía, sabía muy bien que lo escuchaba en alguna parte de su mente, y esto lo alegraba pero ala vez lo entristecía bastante.
No pasó mucho hasta que un joven enfermero se asomó por la puerta, llamando la atención del joven zorro. Le indicó que debía salir, para que los demás visitantes pudieran ingresar.
Con tristeza limpió sus lágrimas con una simple pasada, y salió de la habitación, tratando de calmarse lo mejor que podía.En unos minutos, ingresó un alto y robusto equidna, un reconocido luchador y campeón de boxeo, pero a pesar de tener un gran título y fachada de ser el más rudo de su condado, no podía detener sus lágrimas que reflejaban miedo, tristeza y melancolía.
Desde que todos tomaron rumbos diferentes en sus vidas, cada uno iba por su camino, incluso Knuckles, gozaba de una gran vida de lujos, puesto a que ser el gran campeón tiene sus privilegios muy merecidos.
Aún con el corazón destrozado, logró retomar fuerzas para ver a su amigo, al cuál siempre apreció y cuidó cuando era necesario, aún sabiendo cómo es él, no le importaba en lo absoluto demostrarle a su viejo amigo cuánto lo apreciaba.
Entonces, se sentó y sonrió.–Sonic, viejo amigo.... ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, estabas más jovencito... jeje....
Sus ojos miraban al cuerpo descansando, y solo sonreía, porque sabía bien de que en algún lugar o momento, Sonic finalmente despertaría, y todo volvería a estar bien. Pero se prometió una cosa. Ya no perdería tiempo, ahora valoraría más la vida y a sus seres queridos, muy en el fondo se sentía culpable por no pasar tiempo con él.
Incluso el más fuerte de los débiles derrama lágrimas.
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Tu reflejo - HISTORIA SONADOW +18
RandomNuestro protagonista azulado sufre por traumas de su pasado, no puede controlar todo lo que siente y lo que no siente. Pero deberá recordar que no está sólo.