Capítulo 12

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El martes de la semana siguiente, Jisoo se sentó en su isla central

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El martes de la semana siguiente, Jisoo se sentó en su isla central. La cocina había sufrido una transformación sorprendente, pero no estaba segura de si se había convertido en el cielo o el infierno. Mientras su mente decía infierno, su estómago y su nariz decían el cielo.





El aroma a menta fresca, jengibre, ajo y anacardos tostados flotaba por la habitación.





Ver a Rosé cocinar no era exactamente una dificultad tampoco. Ella era poesía en movimiento, freía camarones en una sartén y cortaba la lechuga, las hierbas y un pepino sin perder el ritmo.





Salpicaduras de aceite de sésamo y jugo de lima salpicaron sobre el mostrador mientras ella batía el aderezo de mantequilla de almendras.





Jisoo hizo una mueca. Aquí era donde entraba el infierno. Se mordió el labio y se obligó a permanecer sentada, a pesar de que cada célula de su cuerpo ansiaba limpiar el desorden.





−Aquí−. Rosé sirvió una copa de vino blanco y la dejó frente an ella antes de volver a cocinar. −Para calmar tus nervios.





¿Era tan transparente o Rosé había llegado a conocerla tan bien en las seis o siete semanas que habían vivido juntas?





Jisoo tomó un sorbo de vino y se lamió los labios. Mmm un Riesling seco. Gran elección. −¿Cómo sabías qué vino va bien con los camarones?





Rosé giró los camarones en la sartén, de alguna manera logró obtener aceite sobre el protector contra salpicaduras. −Le pregunté al chef Google.





Wow. Rosé había hecho todo lo posible para preparar una cena saludable baja en carbohidratos y elegir el vino adecuado para ella.





−Sabes, no espero que hagas esto−. Hizo un gesto a la ensalada de camarones tailandesa que se estaba preparando y al refrigerador, que estaba lleno de los comestibles que Rosé había comprado hoy. −No es un requisito en el contrato.





−Lo sé. Pero cocinar me ayuda cuando estoy estresada, como la limpieza lo es contigo.





−La limpieza no es algo así para mí−, protestó Jisoo. −Es simplemente una necesidad.





−¿Ah sí?− Rosé se volvió y se apoyó contra la estufa. −Entonces, ¿cuando viniste a casa hoy y limpiaste los baños con tu traje de psicóloga, a pesar de que la señora de la limpieza acababa de hacerlo, no tiene nada que ver con que estés estresada porque pasaremos a Nueva York pasado mañana?





Jisoo cerró la boca de golpe. −Tal vez un poco. Esto es todo: mi única gran oportunidad para asegurar este acuerdo editorial de una vez por todas. Si el editor ve a través de nuestra farsa o nos las arreglamos para joderlo de otra manera, estoy arruinada. He hablado tanto sobre mi libro y el acuerdo con Wishing Tree Publishing que me perdería si esto no se cumple.





Mi prometida / ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora