Capítulo 1

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Las gotas de lluvia golpeaban el cristal mientras me sumía en la nubosidad que se deslizaba lentamente por la ventana. Recordaba un día lluvioso que cambió por completo el curso de mi vida. Tratando, como de costumbre, de convencerme de que todo estaba bajo control.

Mentira

¿Soy una mentirosa o solo estoy tratando de huir?

— Eliette — habla Gea, mi compañera de cuartos, desde afuera — llegaremos tarde, muévete de una vez de aquella cama

No respondo

Comparto cuarto con Gea desde el año pasado, quien se pasa fumando casi todas las tardes desde la alcoba que lastimosamente compartimos. Gea es todo lo que nunca podría ser jamás. "No pienses, solo hazlo" su frase favorita que más de una vez le ha llevado a detención. No somos mejores amigas y mucho menos las mejores compañeras porque ella y yo jamás congeniaríamos.

Me levanto lentamente y me miro al espejo. Mi cabello rojo como el fuego es una de las cosas que más me distinguen. Lo llevo largo hasta la cintura y me gusta peinarlo con ondas suaves. Mis ojos son de un azul intenso heredados de mi antepasado que vinieron de un país lejano. Mi piel es pálida y mis labios son carmesí como si estuvieran pintados con sangre. La túnica negra que utilizo es característica de las mujeres que no hemos salido aún del Liceo.

El Liceo al que pertenezco rinde homenaje a la diosa Atenea quien está en contaste debate con el Liceo de Afrodita; en el internado también se encuentra el Liceo de Hades y el más fuerte: el Liceo de Poseidón, cada Liceo está separado por murallas altas y quien desobedece queriendo escabullirse a otro bando es castigado por los dioses ya mencionados.

Solo hay una reunión por mes que dura aproximadamente una semana en la cual asistimos todos, combatiendo con los poderes que nos otorgaron nuestros dioses tratando de dejar en alto nivel al Liceo por la cual pertenecemos teniendo solo un enemigo en común: Zeus.

Zeus padre de Atenea, hermano de Poseidón y Hades, Dios del cielo y el trueno, gobernador del Monte Olimpo, un Dios vengativo, insaciable de ira siendo alabado por los mortales, pero odiados por los dioses.

— No te olvides de tus cuchillos — habla Gea, mirándome desde el umbral de la puerta — si Atenea estuviese viva tú serias la primera en ser castigada.

— El primero sería Poseidón luego Afrodita, mientras tanto seguiré usando esto — levanto la mano mientras giro los cuchillos, posándolo con total destreza al costado de mi muslo.

Soy una maestra en el combate cuerpo a cuerpo, especialmente con armas de corta distancia. Mi favorita es la cuchilla "Misericorde," con su hoja robusta y puntiaguda, ideal para enfrentar contrincantes con armaduras pesadas. En comparación, Gea usa una espada de doble filo que requiere ambas manos para sostenerla, pero su agilidad, como miembro del Liceo de Atenea, compensa cualquier desventaja en fuerza.

Sabiduría, estrategia y justicia

Mientras caminamos por los pasillos, mi mente se pierde una vez más en la impresionante arquitectura. El mármol pentélico blanco y las cuatro columnas de estilo jónico que sostienen nuestro Liceo se elevan a casi doscientos metros sobre tierra firme. Los relieves decorativos hacen referencia a la escuela de Fidias, con una estatua central de Atenea, sosteniendo una lanza dorada a un lado y una égida de cuero de cabra con la cabeza de Medusa atada para aterrorizar a sus oponentes. Un búho se posa en su hombro izquierdo, símbolo de sabiduría. Pero lo más inquietante es el collar con un ojo rojo.

— ¿En qué piensas? —me pregunta Gea, mientras contemplo la asombrosa estructura.

— En mis oponentes — respondí

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