Capítulo 2

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Acompañé a Gea a la enfermería después del incidente. Los médicos confirmaron que tenía dos costillas rotas, pero su asombrosa capacidad de recuperación le permitiría volver a los entrenamientos al día siguiente.

No había vuelto a ver a Helena desde entonces, y nuestras acciones parecían haber creado una brecha entre nosotras y el resto de las elegidas por los dioses. Mientras caminábamos de regreso a nuestro cuarto, Gea expresó su frustración:

— Escuché que las puertas serán abiertas a los Liceos esta noche — dijo Gea, tocando su panza con expresión pensativa.

— Sí, es cierto. Es una oportunidad para conocer a otros elegidos, aprender de ellos y volvernos más fuertes...

— Solo piensas en batallas y peleas. ¿Nunca te has preguntado si podríamos conocer a alguien especial esta noche? ¿No te sientes agotada de vivir entre un mar de mujeres?

Gea, con su melena roja y su tono de piel moreno, era una figura llamativa y enérgica en nuestro grupo. Sus ojos marrones brillaban con un espíritu aventurero y diversión. Némesis nos había emparejado debido a nuestra supuesta cercanía, pero nuestras perspectivas divergentes eran cada vez más evidentes.

Rio ante su ocurrencia. Y es que jamás me ha molestado vivir rodeada de mujeres.

— ¿Qué te hace gracia? — Gea preguntó con un toque de exaltación en su voz

— Es que me parece divertido que pienses que podemos hacer amigos en los otros Liceos. ¿No te das cuenta de que todos nos odian? — respondo, con una sonrisa irónica.

Gea frunce el ceño, sin entender

— ¿Por qué nos odiarían?

— Porque somos del Liceo de Atenea, la diosa de la sabiduría, la estrategia y la justicia. Porque somos las más inteligentes, las más hábiles y las más nobles. Porque tenemos el favor de la diosa más poderosa y respetada. Porque somos las mejores — digo con orgullo y desafío.

— No creo que eso sea motivo para odiarnos. Creo que eso es motivo para admirarnos y respetarnos — dice, aún sin entender mi punto de vista

— Eso es lo que tú crees, Gea. Pero la realidad es otra. Los del Liceo de Poseidón nos envidian por nuestra habilidad con las armas y nuestra capacidad de liderazgo. Los del Liceo de Hades nos temen por nuestra justicia y nuestra valentía. Los del Liceo de Afrodita nos desprecian por nuestra belleza y nuestra dignidad. Y los del Liceo de Zeus nos odian por nuestra rebeldía y nuestra libertad

— No puedes generalizar así, Eliette. No todos son iguales. Hay personas buenas y malas en todos los Liceos. Hay personas que pueden ser nuestros amigos o nuestros enemigos, dependiendo de cómo los tratemos y cómo nos traten — dice con esperanza y optimismo.

— ¿Y tú crees que hay alguien que pueda ser tu amigo en los otros Liceos? ¿Alguien que te entienda, que te apoye, que te quiera? — le pregunto con incredulidad y sarcasmo.

— No lo sé, Eliette. Tal vez sí, tal vez no. Pero me gustaría averiguarlo. Me gustaría conocer a otras personas, ver cómo son, qué piensan, qué sienten. Me gustaría aprender de ellos, compartir con ellos, divertirme con ellos. Me gustaría vivir una aventura, una experiencia, una historia — responde con ilusión

— Si la ingenuidad fuese un premio, tú serias la ganadora — termino la conversación, dejándola atrás. Recayendo en la realidad de que esto es unos de los motivos por el cual nunca seremos cercanas

Doy vueltas por el Liceo hasta encontrar una salida que no sea la entrada principal, donde las novatas entrenan con Némesis, quien puede idear estrategias ganadoras en segundos. Decidí saltarme esa clase, usando a Gea como excusa, ya que sé que he ganado fama de irrespetuosa y lidiar con eso sería asfixiante.

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