Naked in Manhattan | Yoonmin |

Sentimiento

Talló sus ojos con fuerza, casi hasta dejarlos rojos soltando un bostezo, la persiana estaba levemente levantada para permitir el paso del sol por la mañana como una especie de despertador silencioso, obligándolo a estirar sus extremidades aletargadas y ponerse en marcha.

Miro de soslayo a su desordenada habitación, libros desparramados en la alfombra y parte de su escritorio, algunas envolturas de comida chatarra en el piso, así como la ropa que sacaba de su clóset y no le convencía de usar; notando que su última playera de pijama yacía con tranquilidad colgando de una esquina en el cesto de la ropa sucia junto a la puerta del baño, por lo cual, durmió solo con un pequeño short y su torso desnudo.

Negó fastidiado, pues el clima cambiante de la ciudad era una molestia, y caminó desganado hasta el baño para lavar su cara y cepillar sus dientes.

El frío del suelo caló sus huesos enviando un escalofrío latente a través de su espina dorsal al entrar en contacto con su piel forzándolo a abrir sus ojos por completo.

Busco sus pantuflas y entro al baño luego de colocarlas. Observó su reflejo en el espejo por un momento antes de comenzar su aseo, notando visiblemente que sus ojeras habían desaparecido gradualmente luego de dormir un par de veces con Yoongi.

No quería admitirlo, pero dormir con Yoongi se había convertido en una especie de terapia personal, pues escuchar el ritmo acompasado de su corazón funcionaba mejor que contar ovejas o una canción de cuna cuando incluso consideró la hipnosis o medicarse para poder eliminar el insomnio.

No poder dormir era un problema recurrente. Lo peor, siempre era el día posterior, el sentimiento de cansancio consumía sus sentidos enviándolo a un estado letárgico que era fácil de distinguir hasta para un ciego, sus pasos eran lentos y sosos, su capacidad para comunicarse deficiente y ni hablar de mantener una conversación o contener conocimientos, porque eran una tarea imposible. Pasó largas temporadas sin lograr conciliar el sueño durante sus años de estudio, no era tan molesto en aquel entonces en que necesitaba enfocarse en exceso en las palabras que meticulosamente repetía en silencio entre sus paredes craneales, pero después, el golpe de realidad fue más duro, pues un colapso general lo llevó directo a la sala de un hospital, donde, por supuesto, sus padres no se molestaron en visitar.

Había algo en la forma en que Yoongi abrazaba su cintura y lo presionaba contra su cuerpo que lo hacía perderse en una experiencia casi religiosa. De alguna forma, Yoongi podía calmarlo de inmediato, permitiendo que toda su existencia se relajara, como si se recostara en la nube más esponjosa y mullida del paraíso.

Era increíble como Yoongi podía hacerle reaccionar en una fracción de segundos. Siempre fue así.

De pronto el recuerdo de la mano fría del mayor tomando su rostro con delicadeza tomó forma propia, como si se hubiera materializado, casi como si su huellas dactilares se hubiesen quedado grabadas en cada uno de sus poros, empujándolo a tocar ahí donde el recuerdo persistente de una caricia se negaba a desaparecer.

Tocó su mejilla izquierda con su mano libre, llevando sus dígitos por sobre su piel, sintiendo el calor que emanaba ante el inminente sonrojo que acentuaba sus pómulos. Su pulso se aceleró, con su corazón retrocediendo e impulsándose a todo galope, como si tratara de decirle algo. No pudo evitar, sin embargo, colocar su palma ahí donde sentía sus latidos tan fuertes, como una explosión nuclear causando estragos inminentes en todo su sistema.

Es por Yoongi. Pensó, sorpresivamente, mirándose confundido directo a los ojos.

Tú corazón late así por Yoongi.

—No puede ser...— dijo apenas en un murmullo tenue, perdido entre el sonido del agua cayendo en el lavamanos.

La sola realización envío un cosquilleo por todo su cuerpo, desde la punta de los dedos de sus pies hasta la coronilla de su cabeza. Una detonación de escala sin precedentes. Una que podía desaparecer el mundo entero.