Jimin era precioso. Sin duda alguna.
El pensamiento no abandonaba su mente desde la mañana, era como una especie de vinilo rebobinándose una y otra vez sobre el tocadiscos, como si supiera que no existía forma humana de detenerlo. Y era complicado, lo suficiente como para querer simplemente abrir su cabeza y arrancárselo desde la médula. Era como caer desde un precipicio al fondo del mar sin saber nadar, como quedarse sin oxígeno y que los pulmones se hicieran añicos.
Le gustaba Jimin tanto que era difícil respirar.
Había intentado fingir que la sola contemplación de la imagen de Jimin por la mañana no lo abrumó por completo, causando un caos en su interior, derrumbando todo a su paso, y seguir adelante con la careta de "estoy bien, amigo" pero la realidad era más que evidente.
Fue un terremoto de 12 grados. Y no estaba preparado para la catástrofe.
Tomó sus pertenencias y cerró con cuidado la puerta del departamento con Jimin a su costado, ingresó la contraseña de la cerradura digital en completo silencio. No sabía que decir, más bien, no existía oración coherente que pudiera ser formulada por su boca a tal grado que sentía la desconexión latente entre su garganta y su cerebro.
Vestía su playera favorita y sus hermosas piernas se enfundaron en un pantalón de tartán de Vivienne Westwood en conjunto con sus combat boots.
Deseaba besarlo tanto, tanto, tanto.
Su cabello rubio cayó suavemente sobre su frente, dejando entrever ligeramente su piel moteada debajo de las hebras doradas. Tuvo la necesidad latente de acomodarlo por sí mismo detrás de las orejas de Jimin y despejar su rostro para admirarlo mejor.
Se perdió tanto en el sentimiento burbujeante en el fondo de su estómago, que no se dio cuenta de como un par de orbes almendras lo observaban con curiosidad, expectantes.
Ni tampoco se preparo para la dulzura con la que su mejilla fue acariciada por unos pequeños dedos cálidos.
—¿Pasa algo Gi?
Su corazón se detuvo por un instante, apenas una pequeña fracción de segundo, pero fue suficiente para enviar toda una descarga eléctrica por cada célula de su cuerpo. Como si ese toque tan simple pudiera colarlo debajo de su alma.
Ni siquiera supo porque, pero su propia mano se deslizó hasta cubrir con su gelidez la de Jimin. Encajando perfectamente.
Cerró los ojos, permitiendo que la sensación se asentara y se enraizara en el fondo de su pecho. Negó con la cabeza, embriagándose de la cercanía de Jimin.
—Estoy bien, no tienes que preocuparte— dijo, esperando que Jimin no escuchara la fuerza de sus latidos.El menor dudó un instante y asintió, un poco intranquilo, sin embargo, no insistió más, dejando caer su brazo, al tiempo que Yoongi hizo lo mismo, rozando ligeramente sus dedos, lanzando centellas en todas direcciones, iluminando la habitación entera como la hora dorada.
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Naked in Manhattan | Yoonmin |
Teen FictionLuego de algunos años un par de mejores amigos deciden mudarse juntos y vivir su independencia lejos de sus padres, como siempre lo habían soñado. Pero no todo puede salir de acuerdo al plan, pues pronto se darán cuenta que su relación no es como el...